— Miserable, bellaco, ¿qué has hecho le dijo su señor.
Pero el lacayo, ganando de un salto tres ó cuatro escalones, le contestó:
— ¿A qué puerta llamará V. que no le respondan?
Tratándose de almorzar
Le preguntaba á su hijuelo
Una madre: — Ricardito,
¿Qué quieres, huevo ó torreznos?
Y él dijo: — Torrezno, madre;
Pero échele encima el huevo,
Que es bueno que haya de todo
Cuando se trata de almuerzo.
Era costumbre de Apeles esponer sus pinturas al público sobre un tablado y ocultarse debajo para aprovecharse de las observaciones que le hacian.
A un zapatero se le antojó un dia criticar el calzado de una figura.
Defirió Apeles á sus consejos y lo corrigió, pero el zapatero, envanecido con el buen éxito, quiso también hallar defecto en la pierna.
— Poco á poco, le dijo Apeles, no pases del zapato, porque lo demás no te compete.
Todos los que llevan espuelas no tienen caballo.
— Cuelga tu canasta donde la puedas alcanzar.
— Los huevos no deben mezclarse con los guijarros.
— Todo árboles madera, pero el pino no es caoba.
— El sapo no tiene camisay quieres que vista frac.
— La lepra dice que os está apegada, pero es para roeros las carnes.