Página:El libro de los cuentos.djvu/229

Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 229

— Señor, le dijo respetuosamente, si V. E. niega» la mano á su hijo porque se ha casado mal, debe dármela á mí porque me he casado bien.

El suegro quedó encantado con esta discreta humillación, y estendiendo los brazos, recibió en ellos con cariño á aquella nueva hija que tales muestras daba de merecerla.


El destierro como un bien.

Pasando el músico Estratónico por la isla de Serifa, le desagradó tanto por pequeña y por su mala situación, que le pareció imposible que los hombres pudiesen vivir alli. Con esta idea, preguntó á su huésped:

— ¿Se usa la pena de destierro en este país?

— Sí, le respondió; se castigan con destierro los delitos de Estado.

— ¡Ah! y entonces, ¿por qué no cometes uno de esos delitos para salir de este maldito agujero?


La salud de un muerto.

Un soldado de hartos bríos,
Muriéndose, así decia:
— ítem, mucho estimaría
Que los camaradas mioa
Condujesen mi atahud,
Y mandoque se les dé
Treinta reales, para que
Los beban á mi salud.


El caballo de Pauson.

Hubo entre los antiguos un pintor llamado Pausen, tan escesivamente pobre, que dio lugar al probervio latino Pausoue mendicior, mas pobre que Pauson. Creo que el ponderar mas su pobreza seria salimos del asunto.

Digo, pues, que á este buen Pauson le encargó