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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 191

primia ridiculamente los labios con el deseo exagerado de que su boca pareciese muy pequeña. Cansado el pintor de aquella monería, le dijo:

— Señorita, no os canséis mas; si es que os gusta eso yo os pintaré sin boca.


La bestia mas grande.

Un caballero llamado D. Pedro, viejo, feo y sobremanera pesado, enamoraba á la hermosa Julia; de tal suerte cansada de sus necedades y de sus impertinencias, que no pudiendo sufrirlas por mas tiempo, le dijo un dia:

— Dígame V., señor D. Pedro, ¿cuál es la bestia mas grande que se conoce en el mundo?

D. Pedro contestó:

— Es el elefante, hermosa Julia mia.

— Pues bien, señor elefante, yo ruego á V. que me deje vivir en paz, y que no vuelva ú molestarme con sus impertinencias.


La curación de un mal genio.

Un honrado artesano, digno de mejor suerte, tenia la desgracia de ser marido y victima de una mujer turbulenta, maldiciente, regañona y de un carácter insufrible, aun cuando al pobre hombre le hubiese dado Dios la paciencia del mismo Job en persona.

La situación borrascosa de esta amable pareja habia llegado á tal estremo, que, al menos por parte del marido, era ya cosa de comprar un cordel ó echarse al canal.

Antes de resolverse á esto, pidió consejo á un vecino ya entrado en años, que le dio uno bastante bueno, no solo para paliar la enfermedad, sino para curarla.

Mandó hacer una cuna proporcionada á la altura de su mujer, con cuatro anillas en sus costados, de forma que pudiese ser colgada del techo por medio