— Toma este alfiler, acércate despacio, de modo que no nos oiga, y pínchale en la mano.
Dicho y hecho; cogió el alfiler, se acercó al pobre ciego y le aplicó la punta hasta que le obligó á escíamar:
— ¡Ah ladrón!
— He ganado, dijo el primero.
Un zote preguntaba á su criado:
— ¿Por qué no has sacado el estiércol de la cuadra?
— Porque no he encontrado quien se lo llevase, ni sé dónde ponerlo.
— Haz un hoyo en el corral, y mételo allí.
— Pero señor, ¿y la tierra del hoyo?
— Hazlo bastante grande para que quepa todo.
Se rogaba á un jugador de buena suerte que sirviese de segundo en un duelo.
— Gané ayer 2,000 duros, contestó, y me batirla muy mal; id á ver al que los perdió, porque creo se batirá como un demonio.
<poem>28. Como bien mi nombre notes, se aplica á reloj, papel, juego y almirez y azotes, y dá á la pelota botes si está cubierta de piel.
29. Soy comida muy usada,