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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 175

«Si es segura esta sentencia
»Yo debo ser inmortal.»

Orando un día postrado
Le dije al gran San Antón:
«Convierte en vivo lechon,
»Santo mió, el que es pintado;
»Y después que haya aliviado
»Yo mi estómago mezquino,
»Para tu adorno imagino
»Podrá suplir una treta;
»Y es, que como soy poeta
Te serviré de cochino.»

En San Felipe el Real
Hay un retrato divino
Del Beato Tolentino,
Tan vivo, tan natural,
Tan perfecto , tan cabal,
Que al mirar tanta destreza,
La vista á dudar empieza
(En su ajustado nivel)
Si es efecto del cincel
O de la naturaleza.

Yo , que miré el perdigón,
Embistiéndole engañado,
Le di tan fuerte bocado
Que le rompí medio alón;
No fué remora á mi acción
La dureza en lance tanto;
Y por comer, sin espanto
Proseguí con ansia ciega;
Y si el sacristán no llega
Creo que me como el Santo.

En mis vestidos enfada,
Y la cólera despierta.
Verlos tanta boca abierta,
Y yo la mia cerrada;
De banderas rodeada
Se mira la ropa mia;
Y en desdicha tan impia,
Señor, si lo consideras,