¿No tienes una madre que necesita dinero para alimentar á sus hijos? ¿Pues por qué no ha de ser Dios el que te envia ese dinero, no para perderte, sino para socorrerla? ¿Crees tú que á los que obran bien los puede olvidar jamás?
— Conozco en esas palabras, dijo el joven, que es V. M. en esta ocasión la mano de Dios que socorre á mi pobre madre: gracias, gracias, señor.
— Oye, le dijo Carlos III, la mano de Dios para hacer bien se une lo mismo al brazo de un rey que al brazo de un jornalero; cualquiera quesea el instrumento, siempre el impulso, la acción es de Dios. Envia ese dinero á tu madre, y dile que yo cuido de ella y de tí.
Un bibliotecario encargado de formar el índice de la de su provincia, después de la estincion de los conventos, encontró un libro hebreo, y no sabiendo qué título ponerle en el catálogo, escribió así:
Item: un libro cuyo principio está en el fin.
Con trenzas de pelo atada
Porque á calva se endereza,
Llevas, Tristan, la cabeza
O calabaza ensogada.
Loco te juzgué por ello,
Y ahora advertido hallo.
Que eres muy cuerdo en atallo
Porque te se vá el cabello.
Se representaba en un teatro un drama de eso que llaman de aparato, y en el tercer acto, después de grandes evoluciones militares, se bombardeaba