que les estrañaba semejante conducta, y elogiando sobremanera el mérito particular de la matrona.
— Estoy conforme con vosotros, repuso Paulo Emilio, en reconocer el mérito de mi mujer.
Luego, quitándose uno de sus zapatos, se los enseñó y les dijo:
— Miradlo, él está nuevo y perfectamente trabajado; sin embargo me aprieta mucho. Ahora bien, ¿cuál de vosotros sabrá decir dónde me aprieta?
Cierto oficial preguntó
A un librero si tenia
Un libro de economía:
— Sí, señor, le respondió.
El otro repuso: — ¿A ver?
Nuevo no, viejo ha de ser.
Y el librero dijo: —Vaya,
Eso ya pasa de raya ;
"V. no lo há menester.
Una amiga nuestra acostumbraba decir:
— Están tan frias las tiendas, que no se puede ir á ellas porque es seguro coger un constipado; ¿pero qué diablos ha de suceder si están siempre abiertas?
— Pues buen remedio, le contestó un amigo. "Vaya V. solo los dias de fiesta por la tarde y las encontrará cerradas.
Un marrullero remendón de portal, que además del de zapatero tenia en Londres el oficio de plañidor ó llorón, se encontraba una mañana en el mayor apuro en que se vio jamás desde que honradamente se habia puesto á ganarse la vida, vendiendo