que llevaban el rostro pintado, les dio un famosísimo chasco.
Jugaron á uno de prendas en que todos los convidados debian hacer lo que hiciese uno de ellos. Llegó el turno á Phrínea, mirólos rostros pintados de sus compañeras, se sonrió, y sin hablar palabra metió las manos en agua y se lavó la cara. Todas las demás mujeres tuvieron quehacer otro tanto, y produjo el lavatorio sobre los rostros el efecto que puede imaginarse.
Fhrinea, que no necesitaba del arte para ser hermosa, gozó á satisfacción suya del embarazo y confusión de sus compañeras.
Habiendo oido decir un viajero que en la noche inmediata debian atravesar un bosque lleno de ladrones, dijo con aire satisfecho:
— Yo, amigos mios, he tomado mis precauciones, porque para evitar una sorpresa he colocado mi par de pistolas en lo mas secreto del baúl.
El banquero N. escribía una carta á su corresponsal de Cádiz, pero apenas la habia acabado de firmar, cuando le dio un ataque á la cabeza y quedó muerto en el acto.
El apoderado general de la casa, al dar curso á la correspondencia del dia, tomó esta carta, é imitando la letra del banquero escribió debajo por via de posdata:
—Después de esta escrita me he muerto; pero no por eso se interrumpirán nuestras relaciones, porque todo lo dejo en buen orden.
La cerró, la selló y la envió al correo.
Antiguamente los oficiales de marina, y mas to