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138 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

que llevaban el rostro pintado, les dio un famosísimo chasco.

Jugaron á uno de prendas en que todos los convidados debian hacer lo que hiciese uno de ellos. Llegó el turno á Phrínea, mirólos rostros pintados de sus compañeras, se sonrió, y sin hablar palabra metió las manos en agua y se lavó la cara. Todas las demás mujeres tuvieron quehacer otro tanto, y produjo el lavatorio sobre los rostros el efecto que puede imaginarse.

Fhrinea, que no necesitaba del arte para ser hermosa, gozó á satisfacción suya del embarazo y confusión de sus compañeras.


El uso de las pistolas.

Habiendo oido decir un viajero que en la noche inmediata debian atravesar un bosque lleno de ladrones, dijo con aire satisfecho:

— Yo, amigos mios, he tomado mis precauciones, porque para evitar una sorpresa he colocado mi par de pistolas en lo mas secreto del baúl.


El muerto escribiendo.

El banquero N. escribía una carta á su corresponsal de Cádiz, pero apenas la habia acabado de firmar, cuando le dio un ataque á la cabeza y quedó muerto en el acto.

El apoderado general de la casa, al dar curso á la correspondencia del dia, tomó esta carta, é imitando la letra del banquero escribió debajo por via de posdata:

—Después de esta escrita me he muerto; pero no por eso se interrumpirán nuestras relaciones, porque todo lo dejo en buen orden.

La cerró, la selló y la envió al correo.


El oficial de porcelana.

Antiguamente los oficiales de marina, y mas to