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120 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

está como correo, no hará otra cosa que cenar, y partirá en seguida.

— Pues bien, contestó el otro, cuando haya partido os pagaré el cuadro.


La cuenta de un italiano.

Una señora casada, joven y hermosa, mandó hacer á un italiano, estando ausente su marido, cuatro niños de yeso para adornar las rinconeras de la sala.

El primer documento con que el marido se encontró á su vuelta fué la cuenta del italiano, que decia así:

— Por haber hecho cuatro niños á la señora N., cuatro duros.

El marido leyó la cuenta , y no solo se rió, sino que la pagó; lo que, siendo ella tal, no era poco.


La esplicacion de un delito.

Llevaban á ahorcar un asesino, y un palurdo, que miraba los preparativos con ojos estúpidos, preguntó á un caballero :

— Diga su mercé, ¿qué van á hacer á ese hombre?

— ¡Ahorcarlo!

— ¡Toma! ¡pas cá hecho!

— Yo le diré á V. : ha cometido un delito espantoso, un crimen horrible, ¡qué! si es una cosa increíble. Figúrese V. que en el mes de diciembre, cuando cayó aquella gran nevada

—¡Ya!

— Pues bien, entonces, qué hace el tunante; liena de nieve una porción de salones que tenia, la coge después poco á pooo, la lleva al horno, la seca perfectamente á fuego lento, la reduce á polvo finísimo, y la ha vendido por azúcar.

-¡ Ah, maldito falsificador! ¿Con que ha cometido