Tan bien sentidas razones
Los nobles macarandones.
Los bodigos[1] le sisaron:
Viéndose desbodigar,
Al sacristán preguntó
La causa, él se la contó
Y dió desde allí en cantar,
Siempre que el prefacio entona
Porque la ofrenda se aplique:
Nos tibi semper ubique
Gracias á Macarandona.
1 — ¿En dónde puso Dios las manos á Adam?
2 — ¿Qué es lo primero que hizo Napoleon cuando cumplió los treinta años?
3 — ¿Qué medio se podrá encontrar para que nos parezca corta la cuaresma?
4 — ¿De qué se podrá llenar un cántaro, qué estando lleno pese menos que estando vacío?
Un zapatero de portal, viendo pasar un borracho, que no podia tenerse en pié, dijo á sus amigos.
— Ved ahí cómo estaré yo el domingo.
Hay muchas jóvenes que envidian á las mujeres de los literatos, y á su vez la mayor parte de estas no están contentas con su suerte.
Una de ellas, quejándose dulcemente á su marido, sobremanera aficionado á las letras, lo miró lánguidamente y le dijo:
— ¡Ay Eduardo! Cuando te veo continuamente
- ↑ Es un panecillo de la flor de la harina que se llevaba por ofrenda á las iglesias.