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12 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Tan bien sentidas razones
Los nobles macarandones.
Los bodigos[1] le sisaron:
Viéndose desbodigar,
Al sacristán preguntó
La causa, él se la contó
Y dió desde allí en cantar,
Siempre que el prefacio entona
Porque la ofrenda se aplique:
Nos tibi semper ubique
Gracias á Macarandona.


Adivinanzas.

1 — ¿En dónde puso Dios las manos á Adam?

2 — ¿Qué es lo primero que hizo Napoleon cuando cumplió los treinta años?

3 — ¿Qué medio se podrá encontrar para que nos parezca corta la cuaresma?

4 — ¿De qué se podrá llenar un cántaro, qué estando lleno pese menos que estando vacío?


Esperanza de un zapatero.

Un zapatero de portal, viendo pasar un borracho, que no podia tenerse en pié, dijo á sus amigos.

— Ved ahí cómo estaré yo el domingo.


La mujer del literato.

Hay muchas jóvenes que envidian á las mujeres de los literatos, y á su vez la mayor parte de estas no están contentas con su suerte.

Una de ellas, quejándose dulcemente á su marido, sobremanera aficionado á las letras, lo miró lánguidamente y le dijo:

— ¡Ay Eduardo! Cuando te veo continuamente


  1. Es un panecillo de la flor de la harina que se llevaba por ofrenda á las iglesias.