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110 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

der lo que decia, al ver la curiosidad con que todos miraban, se puso á hablar de este modo:

— ¡Oh! ¡qué bueno! ¡qué lindo por cierto!

Uno de los literatos volvió la cara, y dijo:

— Hola, buen militar, ¿con que V. entiende de esto?

— ¡Ah! señor: nada, nada, y por eso creo que es tan bueno; porque á fé que si yo lo entendiese, muy poco es lo que debia valer.


Adivinanzas.

25 — ¿Existe algo que pueda hacer á todas las mujeres igualmente hermosas?

26 — ¿Quién es el que lleva sin escrúpulo su sombrero en la cabeza, lo mismo delante de un príncipe que de un rey, ó de un emperador?

27 — ¿Qué es lo que hacen con el tiempo todos los hombres y todas las mujeres, los nobles y los plebeyos, los grandes y los pequeños, los ricos y los pobres?

28 — ¿En qué mes hablan menos las mujeres?


Los tres asientos en la diligencia.

La señora doña Genara pesa mas de 18 arrobas, y si entra en la diligencia no tiene bastante con cinco asientos.

Pero es una señora muy de su casa y muy económica, y como tal, queriendo marchar á Zaragoza en la diligencia de ayer, mandó á un criado que solo le tomase tres, creyendo buenamente que se podria acomodar en ellos no llevando el perro y alijerándose de ropa.

Llegó la hora de la partida, todo el mundo estaba en su puesto, la diligencia casi llena, y el mayoral á punto de marchar.

—¿Cómo se llama V.? preguntó el empleado de la diligencia.