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108 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

beza el medio de rotularlo bien. Para salir de este embarazo preguntó al secretario:

— ¿Qué has puesto en la primera hoja de esos papeles?

— He puesto, contestó el interpelado: Espediente para un borrico.

— Eso no está bien.

— Pondré, Espediente sobre un borrico.

— Aun es eso peor.

— Diga V. su parecer, dijo el secretario.

— Dame acá, que yo lo arreglaré mejor.

Y cogiendo el espediente puso en letras muy gordas:

— Espediente por un borrico.


El caballo lector.

Ponderando un gitano las circunstancias de un repugnante jaco que habia sacado ala feria, decia á uno de los circunstantes:

— No se quede V. sin él, señorito, porque este animal es tan alhaja que hasta sabe leer.

— Vaya, eso es un desatino. ¿Sabe V. lo que se dice?

— Lo que V. oye, compadre. ¿Tiene V. algún papel á la mano?

— Aquí hay un trozo de periódico; pero no se atreverá V. á hacer la prueba.

— No sea V. inocente. Venga ese papel.

Y diciendo y haciendo se lo puso al jaco delante de los ojos. Como el jaco no decia esta boca es mia, el otro se retiraba riendo y el gitano repuso con la mayor gravedad:

— Estos hombres piden gollerías. Apuesto á que el señorito quería que el jaco supiera también pronunciar.


Una pequeña dificultad.

Un magistrado cargado de años y hombre de gran reputación en el foro francés, se presentó un día á