Página:El jardín de los cerezos.djvu/94

Esta página ha sido corregida
90
ANTÓN P. CHEJOV
Lubova.

¡Cásate con él! ¿Qué esperas?

Varia.

Yo no puedo, sin embargo, tomar la iniciativa; él no me dice, no me insinúa nada. Es un hombre que trabaja, que se enriquece. Sus negocios le absorben. No piensa en mí... ¡Dios mío! Si yo dispusiera siquiera de un centenar de rublos, lo abandonaría todo y me encerraría en un convento.

Trofimof.

¡Magnifico!

Lubova.

¿Por qué tarda tanto Leónidas? Estoy inquieta. ¿Han vendido mis bienes, o no?

Trofimof.

Vendidos o no, resulta lo mismo. Mire bien, por una vez, las cosas cara a cara.

Lubova.

Usted juzga la cuestión desde un punto de vista que no puede ser el mío. Yo nací en esta casa. Mi pa-