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EL JARDÍN DE LOS CEREZOS

boles. ¡Dios mío! ¡Qué puro es el aire! Los mirlos cantan...

Gaief. (Abre otra ventana.)

El jardín está enteramente blanco. Observa, Lubova: esta larga avenida se prolonga directamente como una correa. Brilla en las noches de luna. Siempre fué así. ¿Te acuerdas? Tú no olvidaste los días que transcurrieron...

Lubova. (Mirando hacia la ventana.)

¡Infancia mía! ¡Virginidad! En este aposento dormí yo. En el jardín paseé mis ensueños juveniles. ¿Cómo olvidarlo?

Gaief.

El jardín, que va a ser vendido por causa de nuestras deudas. ¡Qué cosa más rara!

Lubova.

¿Qué veo? Nuestra difunta madre camina por el jardín. Lleva un traje blanco como la nieve. ¡Se ríe! ¡Sí; es ella!

Gaief.

¿Dónde...?