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ANTÓN P. CHEJOV
Lopakhin.

¡Ah...!

Duniascha.

¿Por qué no? Es una persona tranquila. Su único defecto es que cuando empieza a hablar no sabe contenerse, y habla, habla... No se le entiende todo lo que dice. Pero habla con entusiasmo, convencido de que sus palabras tienen un valor. A mí, a decir verdad, no me disgusta. Me quiere locamente. En el fondo, es una persona que no tiene suerte. Cada día le sucede alguna peripecia. En su casa se burlan de él. Le dan el nombre de el «Ventidos desgracias».

Lopakhin. (Aplicando el oido.)

Duniascha, paréceme que llegan...

Duniascha.

¡Llegan...! ¡Dios grande...! Casi me dan escalofrios..., ¡brrr!

Lopakhin.

En verdad, llegan. Vamos a su encuentro. ¿Me reconocerán todavía? ¡Cinco años hace que no nos hemos visto!