cansada estoy! Fuí al ensayo... Todo está perfecto... Representaremos El huésped con el trombón y Ella le espera... Pasado mañana tendrá lugar el espectáculo.
—¿Para que los has traído?—pregunta Zaikin.
—¡Era indispensable, lorito! Después del te hemos de repetir los papeles y cantar alguna que otra cosa. Tendremos que cantar un dúo con Koromislof... ¡No faltaría más sino que lo olvidara!
Di a Natalia que traiga aguardiente, sardinas, queso y algo más. Seguramente se quedarán a cenar... ¡Qué cansada estoy!
—¡Cáspita...! El caso es que no tengo dinero.
—¡Imposible, lorito! ¡Qué vergüenza! ¡No me hagas ruborizar!
Media hora más tarde Natalia sale a comprar aguardiente y entremeses. Zaikin, después de haber tomado el te y comido un pan entero, se va al dormitorio y se acuesta. Nadejda Stepavovna, con risas y algazaras, empieza a ensayar sus papeles. Povel Matreievitch escucha largo rato la lectura gangosa de Koromislof y las exclamaciones patéticas de Smerkolof. A la lectura sigue una conversación larga, interrumpida a cada momento por la risa chillona de Olga Cirilovna. Smerkolof, aprovechando su fama de actor, explica con aplomo los papeles. Luego se oye el dúo, y más tarde, el ruido de vajilla... Zaikin, medio dormido, oye cómo tratan de convencer a Smerkolof para que declame La pecadora, y después de hacerse rogar mucho, consiente, y declama golpeándose en el pecho, llorando y riendo a la vez... Zaikin se acurruca y esconde la cabeza bajo las sábanas, para no oír.