Página:El jardín de los cerezos.djvu/157

Esta página ha sido corregida
153
UN VIAJE DE NOVIOS

nada en este momento. Lástima que no haya por ahí un espejo. Quisiera contemplarme. Palabra de honor, me convierto en un idiota. ¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja! Figúrese usted que en este momento hago mi viaje de boda. ¿Qué le parece?

—¿Cómo? ¿Usted se ha casado?

—Hoy mismo he contraído matrimonio. Terminada la ceremonia nupcial, me fuí derecho al tren.

Todos los viajeros le felicitan y le dirigen mil preguntas.

—¡Enhorabuena!—añade Petro Petrovitch—. Por eso está usted tan elegante.

—Naturalmente. Para que la ilusión fuese completa, hasta me perfumé. Me he dejado arrastrar. No tengo ideas ni preocupaciones. Sólo me domina un sentimiento de beatitud. Desde que vine al mundo, nunca me sentí tan feliz.

Iván Alexievitch cierra los ojos y mueve la cabeza. Luego prorrumpe:

—Soy feliz hasta lo absurdo. Ahora mismo entraré en mi coche. En un rincón del mismo está sentado un sér humano que se consagra a mí con toda su alma. Querida mía! ¡Angel! mio! ¡Capullito mío! ¡Filoxera de mi alma! ¡Qué piececitos los suyos! Son tan menudos, tan diminutos, que resultan como alegóricos. Quisiera comérmelos. Usted no comprende estas cosas; usted es un materialista que lo analiza todo; son ustedes unos solterones a secas; al casaros, ya os acordaréis de mí. Entonces os preguntaréis: ¿Dónde está aquel Iván Alexievitch? Dentro de pocos minutos entraré en mi coche. Sé que ella me espera impaciente y que me acogerá con