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ANTÓN P. CHEJOV

te, un empleado de casa de banca. Tú, Lubova Andreievna, tienes mejor semblante.

Lubova.

Mis nervios no me molestan tanto. (Gaief le entrega su manta y su sombrero.) Duermo mejor. Yascha, que se lleven el equipaje. (A Ania.) Así, pues, niña, pronto nos volveremos a ver... Yo parto para París, allí viviré con los fondos que la abuela de Yaroslaov nos envió para la compra de nuestra finca. ¡Viva la abuela! Sin embargo, este dinero no me durará mucho tiempo.

Ania.

Mamá, confío en que pronto estarás de regreso, ¿verdad? Yo, entre tanto, haré mis exámenes en el colegio; después, trabajaré, te ayudaré. Juntas leeremos bonitos libros, muchos libros, ¿verdad, mamá? (La besa.) Ante nosotros ábrese un mundo nuevo... (Pensativa.) Sí, mamá; vuelve a París; regresa lo más pronto posible.

Lubova.

Regresaré muy en breve; pronto nos volveremos a ver. (Entran Lopakhin y Pitschik.)

Pitschik. (Sofocado.)

Déjame tiempo para respirar. Estoy cansado... Un vaso de agua...