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Capítulo XI.

con una corona, al parecer de oro, en la cabeza: á los piés de la muerte estaba el Dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcax y saetas: venia tambien un caballero ar- mado de punta en blanco, escepto que no traia morrion ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversas colores: con estas ve- nian otras personas de diferentes trages y rostros. Todo lo cual visto de improviso, en alguna manera alborotó á Don Quijote y pu- so miedo en el corazon de Sancho; mas luego se alegró Don Qui- jote, creyendo que se le ofrecia alguna nueva y peligrosa aventura, y con este pensamiento y con ánimo dispuesto de acometer cual- quier peligro, se puso delante de la carreta, y con voz alta y ame- nazadora, dijo:-Carretero, cochero, ó diablo, ó lo que eres, no tar- des en decirme quien eres, ó do vas, y quien es la gente que llevas en tu carricoche, que mas parece la barca de Caron, que carreta de las que se usan. A lo cual mausamente, deteniendo el diablo la carreta, respondió:-Señor, nosotros somos recitantes de la compa- ñía de Angulo el Malo', hemos hecho en un lugar que está detras de aquella loma esta mañana, que es la octava del Córpus, el Au- to de las Cortes de la muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece, y por estar tan cerca y escu- sar el trabajo de desnudarnos y volvernos á vestir, nos vamos ves- tidos con los mesmos vestidos que representamos. Aquel mance- bo va de muerte, el otro de ángel, aquella muger que es la del au- tor, va de reina, el otro de soldado, aquel de emperador y yo de de- monio, y soy una de las principales figuras del Auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles: si otra cosa vuesa merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad, que como soy demonio, todo se me alcanza. -Por la fe de caballero andante, respondió Don Quijote, que así como ví este carro, imaginé que alguna grande aventura se me ofrecia, y ahora digo que es menester tocar las apariencias con la 1 El mismo Cervantes da noticia de este farsante en el Coloquio de los Perros: de lance en lance (dice Berganza: pág. 440), paramos en la casa de un autor de comedias, que a lo que me acuerdo se llamaba Angulo el Malo, por distinguirse de otro Angulo, no autor, sino representante el mas gracioso que entonces tuvieron, y ahora tienen las comedias. Este autor, no solo de compañías, sino de comedias, era de Toledo. 2 La representacion de estos Autos, que son und alegórico & los misterios de la Religion, se hacia precisamente para solemnizar la festividad delrpus y su Octava, y era tan general, que no solo se ejecutaba en los teatros, sino separadamente lante de los Consejos de S. M. y aun del Su- premo de la Santa Inquisicion. Iban los comediantes estas representaciones en carros triunfales, de donde salian las figuras alegóricas al tablado, que se levantaba al descubierto en las calles y pla- zas; y por eso se significaba esta representacion con la espresion tecnicodramática de hacer los car- T08.