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Don Quijote.

do la vida como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse er- mitaño? Calle por su vida, vuelva en sí, y déjese de cuentos.- Los de hasta aquí, replicó Don Quijote, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte con ayuda del cielo en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo á toda prie- sa, déjense burlas á parte, y tráiganme un confesor que me confie- se, y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances co- mo este, no se ha de burlar el hombre con el alma: y así suplico que, en tanto que el señor Cura me confiesa, vayan por el escriba- no. Miráronse unos á otros, admirados de las razones de Don Qui- jote, y aunque en duda, le quisieron creer, y una de las señales por donde conjeturaron se moria, fué el haber vuelto con tanta facili- dad de loco á cuerdo, porque á las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino á quitar la duda, y á creer que estaba cuerdo. Hi- zo salir la gente el Cura, y quedóse solo con él, y confesóle. El Bachiller fué por el escribano, y de allí á poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho (que ya sabia por nuevas del Bachi- ller en qué estado estaba su señor) hallando á la Ama y á la Sobri- na llorosas, comenzó á hacer pucheros y á derramar lágrimas. Aca- bóse la confesion, y salió el Cura diciendo:-Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno: bien podemos entrar para que haga su testamento. Estas nuevas dieron un terrible empujon å los ojos preñados de Ama, Sobrina y de Sancho Panza su buen escudero, de tal manera, que los hizo re- ventar las lágrimas de los ojos, y mil profundos suspiros del pecho, porque verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que Don Quijote fué Alonso Quijano el Bueno á secas, y en tanto que fué Don Quijote de la Mancha, fué siempre de apacible condicion y de agradable trato, y por esto no solo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocian. Entró el escribano con los demas, y despues de haber hecho la cabeza del testamento y or- denado su alma Don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, llegando á las mandas, dijo:-Iten es mi voluntad, que de ciertos dineros que Sancho Panza, á quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare algu- no, despues de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea su-

yo, que será bien poco, y buen provecho le haga: y si, como estan-