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Don Quijote.

zó Sanchica á su padre y preguntóle si traia algo, que le estaba es- perando como el agua de Mayo, y asiéndole de un lado del cinto, y su muger de la mano, tirando su hija al rucio se fueron á su ca- sa, dejando á Don Quijote en la suya en poder de su Sobrina y de su Ama, y en compañía del Cura y del Bachiller. Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mesmo punto se apartó á solas con el Bachiller y el Cura, y en breves razones les contó su vencimiento, y la obligacion en que habia quedado de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar al pié de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien así como caballero andante, obliga- do por la puntualidad y órden de la andante caballería, y que te- nia pensado de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la sole- dad de los campos, donde á rienda suelta podia dar vado á sus amo- rosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejerci- cio: que les suplicaba, si no tenian mucho que bacer, y no esta- ban impedidos en negocios mas importantes, quisiesen ser sus com- pañeros, que él compraria ovejas y ganado suficiente que les diese nombre de pastores: y que les hacia saber, que lo mas principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenia puestos los nombres que les vendrian como de molde.-Dijole el Cura que los dijese. Respondió Don Quijote que él se habia de llamar el pastor Quijo- tiz, y el Bachiller el pastor Carrascon, y el Cura el pastor Curiam- bro, y Sancho Panza el pastor Pancino. Pasmáronse todos de ver la nueva locura de Don Quijote; pero porque no se les fuese otra vez del pueblo á sus caballerías, esperando que en aquel año po- dria ser curado, concedieron con su nueva intencion y aprobaron por discreta su locura, ofreciéndosele por compañeros en su ejerci- cio: y mas, dijo Sanson Carrasco, que como ya todo el mundo sabe, yo soy celeberrimo poeta, y á cada paso compondré versos pastori- les, ó cortesanos, ó como mas me viniere á cuento, para que nos en- tretengamos por esos andurriales donde habemos de andar: y lo que mas es menester, señores mios, es que cada uno escoja el nombre de la pastora que piensa celebrar en sus versos, y que no dejemos árbol por duro que sea, donde no la retule y grabe su nombre, co- mo es uso y costumbre de los enamorados pastores.-Eso está de molde, respondió Don Quijote, puesto que yo estoy libre de buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la hermosura, nata de los donaires, y finalmente sugeto sobre quien puede asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.-Así es

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