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Don Quijote.

cho ¹ á Sancho, le dijo:-No permita la suerte, Sancho amigo, que por el gusto mio pierdas tú la vida que ha de servir para sustentar á tu muger y á tus hijos: espere Dulcinea mejor coyuntura, que yo me contendré en los límites de la esperanza propincua, y esperaré que cobres fuerzas nuevas, para que se concluya este negocio å gus- to de todos.-Pues vuesa merced, señor mio, lo quiere así, respon- dió Sancho, sea en buena hora, y écheme su ferreruelo sobre estas espaldas, que estoy sudando, y no querria resfriarme, que los nue- vos disciplinantes corren este peligro. Hizolo así Don Quijote, y quedándose en pelota, abrigó á Sancho, el cual se durmió hasta que le despertó el sol, y luego volvieron á proseguir su camino, á quien dieron fin por entonc en un lugar que tres leguas de allí estaba. Apéaronse en un meson, que por tal le reconoció Don Qui- jote, y no por castillo de cava honda, torres, rastrillos y puente le- vadiza: que despues que le vencieron, con mas juicio en todas las cosas discurria, como agora se dirá. Alojáronle en una sala baja, á quien servian de guadameciles unas sargas viejas pintadas, como se usa en las aldeas. En una dellas estaba pintado de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido huésped se la llevó á Menelao, y en otra estaba la historia de Dido y de Eneas, ella so- bre una alta torre, como que hacia de señas con una media sábana al fugitivo huésped, que por el mar sobre una fragata ó bergantin se iba huyendo. Notó en las dos historias que Elena no iba de muy mala gana, porque se reia á socapa y á lo socarron; pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del tamaño de nueces por los ojos. Viendo lo cual Don Quijote, dijo:-Estas dos señoras fueron desdichadísimas, por no haber nacido en esta edad, y yo so- bre todo desdichado, en no haber nacido en la suya, pues si yo en- contrara aquestos señores, ni fuera abrasada Troya, ni Cartago des- truida, pues con solo que yo matara á Páris, se escusaran tantas desgracias.-Yo apostaré, dijo Sancho, que antes de mucho tiem- po no ha de haber bodegon, venta, ni meson, ó tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas; pero quer- ria yo que la pintasen manos de otro mejor pintor, que el que ha pintado á estas.-Tienes razon, Sancho, dijo Don Quijote, porque este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Ubeda, que 1 Rebenque, ó azote. 2 Esta voz es general, segun el ventero Juan Fernandez que decia: mi muger es gran guisandera y por estremo limpia, requisitos que la alentaren para elegir lo que en Sevilla llaman gula, es Madrid estado, y en todo el mundo bodegon. (El doctor Suarez de Figueroa en su Pasagero: fol. 242, v.)

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