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Capítulo LXII.

ma Le bagatelle.-¿Y qué responde Le bagatelle en nuestro cas- tellano? preguntó Don Quijote.-Le bagatelle, dijo el autor, es co- mo si en castellano dijésemos los juguetes, y, aunque este libro es en el nombre humilde, contiene y encierra en sí cosas muy buenas y substanciales-Yo, dijo Don Quijote, sé algun tanto del toscano, y me precio de cantar algunas estancias del Ariosto. Pero digame vuesa merced, señor mio (y no digo esto porque quiero eesaminar el ingenio de vuesa merced, sino por curiosidad no mas) ¿ha halla- do en su escritura alguna vez nombrar pignata?-Sí, muchas ve- ces, respondió el autor.-¿Y cómo la traduce vuesa merced en cas tellano? preguntó Don Quijote.-¿Cómo la habia de traducir, re- plicó el autor, sino diciendo olla?-¡Cuerpo de tal, dijo Don Qui- jote, y qué adelante está vuesa merced en el toscano idioma! Yor apostaré una buena apuesta, que adonde diga en el toscano piace, dice vuesa merced en el castellano place, y á donde diga piu, dice mas, y el su declara con arriba, y el giu con abajo.-Si declaro por cierto, dijo el autor, porque esas son propias correspondencias. Osaré yo jurar, dijo Don Quijote, que no es vuesa merced cono- cido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos. inge- nios, ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡qué de ingenios arrinconados! ¡qué de virtudes menosprecia- das! Pero con todo esto me parece, que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el reves, que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni ar- guye ingenio ni elocucion, como no le arguye el que traslada, ni el que copia un papel de otro papel: y no por esto quiero inferir, que no sea loable este ejercicio del traducir, porque en otras cosas peores se podria ocupar el hombre', y que menos provecho le truje. sen. Fuera desta cuenta van los das famosos traductores, el uno el doctor Cristóbal de Figueroa en su Pastor Fido, y el otro Don Juan de Jáuregui en su Aminta, donde felizmente ponen en duda cuál es la traduccion, ó cuál el original. Pero digame vuesa mer- ced, jeste libro imprímese por su cuenta, ó tiene ya vendido el pri- vilegio á algun librero?-Por mi cuenta lo imprimo, respondió el autor, y pienso ganar mil ducados por lo menos con esta primera 1 Begun Rios, parece que desaprueba Cervantes la ocupacion de traducir; pero si se repara con atencion, se verá que habla solo de las obras de ingenio, las cuales 6 se han de traducir muy bien, como el Pastor Fido ó la Aminta, ó se han de dejar en su lengua original.-Clemencin.

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