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Don Quijote.

dor de la mesa no habia persona humana que responder pudiese. ―¿Cuántos estamos aquí? tornó á preguntar Don Antonio, y fué- le respondido por el propio tenor, paso:-estais tú y tu muger, con dos amigos tuyos y dos amigas della, y un caballero famoso, lla- mado Don Quijote de la Mancha, y un su escudero, que Sancho Panza tiene por nombre. Aquí sf que fué el admirarse de nuevo: aquí sí que fué el erizarse los cabellos á todos de puro espanto. Y apartándose Don Antonio de la cabeza, dijo:-Esto me basta pa- ra darme å entender que no fuí engañado del que te me vendió, cabeza sabia, cabeza habladora, cabeza respondona, y admirable ca- beza. Llegue otro y pregúntele lo que quisiere: y como las muge- res de ordinario son presurosas y amigas de saber, la primera que se llegó fué una de las dos amigas de la muger de Don Antonio, y lo que le preguntó funé:-Dime, cabeza, ¿qué haré yo para ser muy hermosa? y fuéle respondido:-Sé muy honesta.-No te pregunto mas, dijo la preguntanta. Llegó luego la compañera, y dijo:- Querria saber, cabeza, si mi marido me quiere bien ó no. Y res- pondiéronle:-Mira las obras que te hace, y echarlo has de ver. Apartóse la casada, diciendo:-Esta respuesta no tenia necesidad de pregunta, porque en efecto, las obras que se hacen, declaran la voluntad que tiene el que las hace. Luego llegó uno de los dos amigos de Don Antonio, y preguntóle:-¿Quién soy yo? Y fuéle respondido:-Tú lo sabes.-No te pregunto eso, respondió el caba- llero, sino que me digas, si me conoces tú.-Sí conozco, le respon- dieron, que eres Don Pedro Noriz.-No quiero saber mas, pues es- to basta para entender, ó cabeza, que lo sabes todo. Y apartándo- se, llegó el otro amigo y preguntóle:-Dime, cabeza, ¿qué deseos tiene mi hijo el mayorazgo?-Ya yo he dicho, le respondieron, que yo no juzgo de deseos; pero con todo eso te sé decir, que los que tu hijo tiene son de enterrarte.-Eso es, dijo el caballero, lo que veo por los ojes, con el dedo lo señalo, y no pregunto más. Lle góse la muger de Don Antonio, y dijo:-Yo no sé, cabeza, qué pre- guntarte, solo querria saber de tí, si gozaré muchos años de mi buen marido. Y respondiéronla:-Sí gozarás, porque su salud y su templanza en el vivir prometen muchos años de vida, la cual muchos suelen acortar por su destemplanza. Llegóse luego Don Quijote, y dijo:-Dime tú el que respondes, ¿fué verdad, ó fué sue- ño lo que yo cuento que me pasó en la cueva de Montesinos? ¿Se- rán ciertos los azotes de Sancho mi escudero? ¿Tendrá efecto el

desencanto de Dulcinea?-A lo de la cueva, respondieron, hay mu-