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Don Quijote.

cion que requieren. Atienda ese señor Moro, ó lo que es, á mirar lo que hace, que yo y mi señor le daremos tanto ripio á la mano en materia de aventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no solo segunda parte, sino ciento. Debe de pensar el buen hom- bre sin duda, que nos dormimos aquí en las pajas, pues ténganos el pié al herrar, y verá del que cosqueamos: lo que yo sé decir, es, .que si mi señor tomase mi consejo, ya habiamos de estar en esas campañas deshaciendo agravios y enderezando tuertos, como es uso y costumbre de los buenos andantes caballeros. No habia bien aca- bado de decir estas razones Sancho, cuando llegaron á sus oidos re- linchos de Rocinante, los cuales relinchos tomó Don Quijote por felicísimo agüero, y determinó de hacer de allí á tres ó cuatro dias otra salida: y declarando su intento al Bachiller, le pidió consejo por qué parte comenzaria su jornada, el cual le respondió, que era su parecer que fuese al reino de Aragon, y á la ciudad de Zarago- za, adonde de allí á pocos dias se habian de hacer unas solemnísi- mas justas por la fiesta de San Jorge, en las cuales podria ganar fama sobre todos los caballeros aragoneses, que seria ganarla sobre todos los del mundo. Alabóle ser honradísima y valentísima su determinacion, y advirtióle que anduviese mas atentado en acome- ter los peligros, á causa que su vida no era suya, sino de todos aquellos que le habian de menester, para que los amparase y socor- riese en sus desventuras.-Deso es lo que yo reniego, señor San- son, dijo á este punto Sancho, que así acomete mi señor á cien hom- bres armados, como un muchacho goloso à media docena de badens. Cuerpo del mundo, señor Bachiller: sí, que tiempos hay de acome- ter y tiempos de retirar, y no ha de ser todo Santiago y cierra Es- paña ¹: y mas que yo he oido decir, y creo que á mi señor mesmo, si mai no me acuerdo, que en los estremos de cobarde y de temera- rio está el medio de la valentía: y si esto es así, no quiero que hu- ya sin tener para qué, ni que acometa cuando la demasía pide otra cosa; pero sobre todo, aviso á mi señor, que si me ha de llevar con- sigo, ha de ser con condicion que él se lo ha de batallar todo, y que yo no he de estar obligado á otra cosa, que á mirar por su persona, en lo que tocare á su limpieza y á su regalo, que en esto yo le bai- laré el agua delante; pero pensar que tengo de poner mano á la es- pada, aunque sea contra villanos malandrines de hacha y capelli- na, es pensar en lo escusado. Yo, señor Sanson, no pienso gran-

1 Proverbio militar de que usaban los españoles al entrar en las batallas. Cerrar, embestir, aco-

meter: quiere pues decir, acomete, ó España, en nombre de tu patron Santiago.