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Capítulo LII.

algunas sartas de perlas, si se usan en esa Insula. Las nuevas deste Lugar son, que la Berrueca casó á su hija con un pintor de mala mano, que llegó a este pueblo á pintar lo que saliese. Mandole el Consejo pintar las armas de Su Magestad sobre las puertas del Ayuntamiento, pidio dos ducados, diéronselos adelan- tados, trabajo ocho dias, al cabo de los cuales no pinto nada, y dijo que no acertaba á pintar tantas baratijas: volvio el dinero, y con todo eso se casó á título de buen oficial: verdad es, que ya ha dejado el pincel y tomado el azada, y va al campo como gen- til-hombre. El hijo de Pedro de Lobo se ha ordenado de grados y corona, con intencion de hacerse clérigo: súpolo Minguilla, la nieta de Mingo Silvato, y hale puesto demanda de que la tiene dada palabra de casamiento: malas lenguas quieren decir que ha estado en cinta dél, pero él lo niega a piés juntillas. Ogaño no hay aceitunas, ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo. Por aqui paso una compañía de soldados, lleváronse de camino tres mozas deste pueblo: no te quiero decir quién son, qui- zá volverán, y no faltará quien las tome por mugeres, con sus ta- chas buenas o malas. Sanchica hace puntas de randas, gana cada dia ocho maravedis horros que los va echando en una alcan- cía para ayuda á su ajuar; pero ahora que es hija de un Gober- nador, tú le darás la dote, sin que ella lo trabaje. La fuente de la plaza se seco: un rayo cayo en la picota, y allí me las den to- das. Espero respuesta desta y la resolucion de mi ida a la Cor- te: y con esto Dios te me guarde mas años que a mí, 6 tantos, porque no querria dejarte sin mí en este mundo.

Tu muger Teresa Panza.

Las cartas fueron solemnizadas, reidas, estimadas y admiradas, y para acabar de echar el sello, llegó el correo, el que traia la que Sancho enviaba á Don Quijote, que asimesmo se leyó públicamen- te, la cual puso en duda la sandez del Gobernador. Retiróse la Duquesa para saber del page lo que le habia sucedido en el Lugar de Sancho, el cual se lo contó muy por estenso, sin dejar circuns- tancia que no refiriese: dióle las bellotas, y mas un queso que Te- resa le dió por ser muy bueno, que se aventajaba á los de Tron- chon: recibiólo la Duquesa con grandísimo gusto, con el cual la dejarémos, por contar el fin que tuvo el Gobierno del gran Sancho. Panza, flor y espejo de todos los insulanos Gobernadores.