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Don Quijote.

adelante, hermano, que es hora de dormir mas que de negociar.- Digo pues, dijo el labrador, que este mi hijo, que ha de ser bachiller, se enamoró en el mesmo pueblo de una doncella llamada Clara Perlerina, hija de Andres Perlerino, labrador riquísimo: y este nom- bre de Perlerines no les viene de abolengo ni otra alcurnia, sino porque todos los deste linage son perláticos, y por mejorar el nom- bre los llaman Perlerines, aunque si va á decir la verdad, la don- cella es como una perla oriental, y mirada por el lado derecho pa- rece una flor del campo, por el izquierdo no tanto, porque le falta aquel ojo, que se le saltó de viruelas: y aunque los hoyos del ros- tro son muchos y grandes, dicen los que la quieren bien, que aque- llos no son hoyos, sino sepulturas donde se sepultan las almas de sus amantes. Es tan limpia que, por no ensuciar la cara, trae las narices, como dicen, arremangadas, que no parece sino que van hu- yendo de la boca, y con todo esto parece bien por estremo, porque tiene la boca grande, y á no faltarle diez 6 doce dientes y muelas, pudiera pasar y echar raya entre las mas bien formadas. De los labios no tengo que decir, porque son tan sutiles y delicados que, si se usaran aspar labios, pudiera hacer dellos una madeja; pero co- mo tienen diferente color de la que en los labios se usa comunmen- te, parecen milagrosos, porque son jaspeados de azul y verde y abe- rengenado: y perdóneme el señor gobernador, si por tan menudo voy pintando las partes de la que al fin al fin ha de ser mi hija que la quiero bien y no me parece mal.-Pintad lo que quisiéredes, di- jo Sancho, que yo me voy recreando la pintura, y si hubiera co- mido, no hubiera mejor postre para mí que vuestro retrato.-Eso tengo yo por servir, respondió el labrador; pero tiempo vendrá en que seamos, si ahora no somos, y digo señor, que, si pudiera pintar su gentileza y la altura de su cuerpo, fuera cosa de admiracion: pe- ro no puede ser, á causa de que ella está agobiada y encogida, tiene las rodillas con la boca, y con todo eso se echa bien de ver que, si se pudiera levantar, diera con la cabeza en el techo, y ya ella hubiera dado la mano de esposa á mi bachiller, sino que no la puede estender, que está añudada, y con todo en las uñas largas y acanaladas se muestra su bondad y buena hechura.-Está bien, di- jo Sancho, y haced cuenta, hermano, que ya la habeis pintado de los piés á la cabeza: ¿qué es lo que quereis ahora? y venid al pun- to sin rodeos ni callejuelas, ni retazos ni añadiduras.-Querria, se- ñor, respondió el labrador, que vuesa merced me hiciese merced de

darme una carta de favor para mi consuegro; suplicándole sea ser-