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Don Quijote.

trar la ojeriza que teneis con los escuderos de los andantes caballe- ros. Creyeron los apicarados ministros, y aun el Maestresala que venia con ellos, que la Duquesa hablaba de veras, y así quitaron el cernadero del pecho de Sancho, y todos confusos y casi corridos se fueron y le dejaron, el cual viéndose fuera de aquel, á su pare- cer, sumo peligro, se fué á hincar de rodillas ante la Duquesa, y dijo:-De grandes señoras, grandes mercedes se esperan: esta que la vuestra merced hoy me ha fecho, no puede pagarse con menos, si no es con desear verme armado caballero andante, para ocupar- me todos los dias de mi vida en servir á tan alta señora: labrador soy, Sancho Panza me llamo, casado soy, hijos tengo y de escude- ro sirvo: si con alguna destas cosas puedo servir á vuestra grande- za, menos tardaré yo en obedecer, que vuestra señoría en mandar. -Bien parece, Sancho, respondió la Duquesa, que habeis aprendi- do á ser cortés en la escuela de la mesma cortesía: bien parece, quiero decir, que os habeis criado á los pechos del señor Don Qui- jote, que debe de ser la nata de los comedimientos y la flor de las ceremonias, ó cirimonias como vos decis: bien haya tal señor y tal criado, el uno por norte de la andante caballería, y el otro por es- trella de la escuderil fidelidad: levantaos, Sancho amigo, que yo sa- tisfaré vuestras cortesías, con hacer que el Duque mi señor lo mas presto que pudiere os cumpla la merced prometida del Gobierno. Con esto cesó la plática, y Don Quijote se fué à reposar la siesta, y la Duquesa pidió á Sancho que, si no tenia mucha gana de dor- mir, viniese á pasar la tarde con ella y con sus doncellas en una muy fresca sala. Sancho respondió que aunque era verdad que te- nia por costumbre dormir cuatro ó cinco horas las siestas del vera- no, que por servir á su bondad él procuraria con todas sus fuerzas no dormir aquel dia ninguna, y vendria obediente á su mandado, y fuese. El Duque dió nuevas órdenes como se tratase á Don Qui- jote como á caballero andante, sin salir un punto del estilo, como cuentan que se trataban los antiguos caballeros.