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Don Quijote.

jamas sirvió á caballero andante: tiene á veces unas simplicidades tan agudas, que el pensar si es simple ó agudo causa no pequeño contento: tiene malícias que le condenan por bellaco, y descuidos que le confirman por bobo: duda de todo y creelo todo: cuando pien- so que se va á despeñar de tonto, sale con unas discreciones que le levantan al cielo. Finalmente, yo no le trocaria con otro escude- ro, aunque me diesen de añadidura una ciudad, y así estoy en du- da, si será bien enviarle al gobierno de quien vuestra grandeza le ha hecho merced, aunque veo en él una cierta aptitud para esto de. gobernar, que atusándole tantico el entendimiento se saldria con cualquiera gobierno, como el Rey con sus alcabalas: y mas que ya por muchas esperiencias sabemos que no es menester ni mucha ha- bilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí 'ciento que apenas saben leer y gobiernan como unos girifaltes: el .toque está en que tengan buena intencion y deseen acertar en to- do, que nunca les faltará quien les aconseje y encamine en lo que han de hacer, como los gobernadores caballeros, y no letrados, que sentencian con asesor. Aconsejaríale yo, que ni tome cohecho, ni pierda derecho, y otras cosillas que me quedan en el estómago, que saldrán á su tiempo, para utilidad de Sancho y provecho de la in- sula que gobernare. A este punto llegaban de su coloquio el Du- que, la Duquesa y Don Quijote, cuando oyeron muchas voces y gran rumor de gente en el palacio, y á deshora entró Saneho en la sala, todo asustado, con un cernadero por babador, y tras él muchos mozos, ó por mejor decir, pícaros de cocina y otra gente menuda, y uno venia con un artesoncillo de agua, que en la color y poca limpieza mostraba ser de fregar: seguíale y perseguíale el de la ar- tesa, y procuraba con toda solicitud ponérsela y encajársela deba- jo de las barbas, y otro pícaro mostraba querérselas lavar.-¿Qué es esto, hermanos? preguntó la Duquesa, ¿qué es esto? ¿qué que- reis á ese buen hombre? ¿Cómo, y no considerais que está electo gobernador? A lo que respondió el pícaro barbero:-No quiere es- te señor dejarse lavar como es usanza, y como se lavó el Duque mi señor y el señor su amo.-Si quiero, respondió Sancho con mucha cólera: pero querria que fuese con tohallas mas limpias, con lejía mas clara y con manos no tan sucias, que no hay tanta diferencia de mí á mi amo, que á él le laven con agua de ángeles¹y á mí con lejía de diablos: las usanzas de las tierras y de los palacios de

1 Ya se ha dicho que en tiempo de Cervantes eran frecuentísimos los olores.