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Capítulo XXXII.

y finalmente de Dulcinea del Toboso en una villana de Sayago. ---¡Válame Dios! dando una gran voz, dijo á este instante el Duque: ¿Quién ha sido el que tanto mal ha hecho al mundo? ¿Quién ha quitado dél la belleza que le alegraba, el donaire que le entre- tenia, y la honestidad que le acreditaba?-¿Quién? respondió Don Quijote, ¿quién puede ser sino algun maligno encantador de los muchos invidiosos que me persiguen? Esta raza maldita, nacida en el mundo para escurecer y aniquilar las hazañas de los buenos, y para dar luz y levantar los fechos de los malos. Perseguidome han encantadores, encantadores me persiguen, y encantadores me perseguirán hasta dar conmigo y con mis altas caballerías en el pro- fundo abismo del olvido, y en aquella parte me dañan y hieren, donde ven que mas lo siento, porque quitarle á un caballero andan- te su dama, es quitarle los ojos con que mira, y el sol con que se alumbra, y el sustento con que se mantiene. Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo vuelvo á decir, que el caballero andante sin dama, es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento, y la som- bra sin cuerpo de quien se cause.-No hay mas que decir, dijo la Duquesa; pero si con todo eso hemos de dar crédito a la historia que del señor Don Quijote de pocos dias á esta parte ha salido á la luz del mundo con general aplauso de las gentes', della se coli- ge, si mal no me acuerdo, que nunca vuesa merced ha visto á la señora Dulcinea; y que esta tal señora no es en el mundo, sino que es dama fantástica, que vuesa merced la engendró y parió en su en- tendimiento, y la pintó con todas aquellas gracias y perfeciones que quiso. En eso hay mucho que decir, respondió Don Quijote: Dios sabe si hay Dulcinea ó no en el mundo, 6 si es fantástica ó no es fan- tástica: y estas no son de las cosas cuya averiguacion se ha de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré, ni parí á mi señora, puesto que la contemplo como conviene, que sea una dama que contenga en sí las partes que puedan hacerla famosa en todas las del mundo, como son, hermosa sin tacha, grave sin soberbia, amorosa con honestidad, agra- decida por cortés, cortés por bien criada, y finalmente alta por lina- ge, á causa que sobre la buena sangre resplandece y campea la her- mosura con mas grados de perfecion que en las hermosas humilde- mente nacidas.-Así es, dijo el Duque; pero hame de dar licencia

1 Refiérese aquí la Duquesa á la P. I de esta historia, que en la realidad habia ya cerca de diez años que se habla impreso, pues se publicó el de 1605. Con todo eso dice la Duquesa que hacia po. cos dias que habla salido á luz. Este es uno de los pocos lugares en que se manifiesta la intencion de Cervantes, de enlazar inmediatamente la narracion de los sucesos de la tercera salida de Don Qui. jote, contenidos en esta Segunda Parte, con los de la Primera.

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