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Capítulo XXXII.


1 En mi convento y celda.

sándio vuestra escelencia, como estos pecadores: mirad si no han de ser ellos locos, pues los cuerdos canonizan sus locuras: quédese vuestra escelencia con ellos, que en tanto que estuvieren en casa, me estaré yo en la mia', y me escusaré de reprender lo que no pue- do remediar; y sin decir mas ni comer mas se fué, sin que fuesen parte á detenerle los ruegos de los Duques, aunque el Duque no le dijo mucho, impedido de la risa que su impertinente cólera le ha- bia causado. Acabó de reir y dijo & Don Quijote:-Vuesa merced, señor Caballero de los Leones, ha respondido por sí tan altamen- te que no le queda cosa por satisfacer deste, que aunque parece agravio, no lo es en ninguna manera, porque así como no agravian las mugeres, no agravian los eclesiásticos, como vuesa merced me- jor sabe.-Así es, respondió Don Quijote, y la causa es, que el que no puede ser agraviado, no puede agraviar á nadie.---Las mugeres, los niños y los eclesiásticos, como no pueden defenderse aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados, porque entre el agravio y la afrenta hay esta diferencia, como mejor vuestra escelencia.sa- be. La afrenta viene de parte de quien la puede hacer y la hace y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte sin que afrente. Sea ejemplo: está uno en la calle descuidado, llegan diez con mano armada, y dándole de palos, pone mano á la espada y hace su deber; pero la muchedumbre de los contrarios se le opone y no le deja salir con su intencion, que es de vengarse: este tal que- da agraviado, pero no afrentado: y lo mesmo confirmará otro ejem- plo: está uno vuelto de espaldas, llega otro y dale de palos, y en dándoselos huye y no espera, y el otro le sigue y no le alcanza: es- te que recibió los palos, recibió agravio, mas no afrenta, porque la afrenta ha de ser sustentada. Si el que le dió los palos, aunque se los dió á hurta cordel, pusiera mano á su espada y se estuviera que- do, haciendo rostro á su enemigo, quedara el apaleado agraviado y afrentado juntamente: agraviado, porque le dieron a traicion: afren- tado, porque el que le dió, sustentó lo que habia hecho, sin volver las espaldas y á pié quedo; y así, segun las leyes del maldito due- lo, yo puedo estar agraviado, mas no afrentado, porque los niños no sienten, ni las mugeres, ni pueden huir, ni tienen para que es- perar, y lo mesmo los constituidos en la sacra religion, porque es- tos tres géneros de gente carecen de armas ofensivas y defensivas,

y así aunque naturalmente estén obligados á defenderse, no lo es-