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Capítulo XXV.

ra digo, dijo á esta sazon Don Quijote, que el que lee mucho y an- da mucho, ve mucho y sabe mucho. Digo esto porque ¿qué per- suasion fuera bastante para persuadirme que hay monos en el mun- do que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios ojos? por- que yo soy el mesmo Don Quijote de la Mancha que este buen ani- mal ha dicho, puesto que se ha estendido algun tanto en mis ala- banzas; pero como quiera que yo me sea, doy gracias al cielo que me dotó de un ánimo blando y compasivo, inclinado siempre á ha- cer bien á todos y mal á ninguno.-Si yo tuviera dineros, dijo el page, preguntara al señor mono qué me ha de suceder en la pere- grinacion que llevo.-A lo que respondió Maese Pedro (que ya se habia levantado de los piés de Don Quijote) ya he dicho que esta bestezuela no responde á lo por venir, que si respondiera no impor- tara no haber dineros, que por servicio del señor Don Quijote, que está presente, dejara yo todos los intereses del mundo: y agora por- que se lo debo y por darle gusto, quiero armar mi retablo y dar pla- cer á cuantos están en la venta sin paga alguna. Oyendo lo cual el ventero alegre sobre manera, señaló el lugar donde se podia po- ner el retablo, que en un punto fué hecho. Don Quijote no esta- ba muy contento con las adivinanzas del mono, por parecerle no ser á propósito que un mono adivinase, ni las de por venir, ni las pasadas cosas: y así en tanto que Maese Pedro acomodaba el reta- blo, se retiró Don Quijote con Sancho á un rincon de la caballeri- za, donde sin ser oidos de nadie le dijo:-Mira, Sancho, yo he con- siderado bien la estraña habilidad deste mono, y hallo por mi cuen- ta que sin duda este Maese Pedro su amo debe de tener hecho pac- to tácito ó espreso con el demonio.-Si el patio es espeso y del de- monio, dijo Sancho, sin duda debe de ser muy sucio patio: ¿pero de qué provecho le es al tal Maese Pedro tener esos patios? No me entiendes, Sancho: no quiero decir, sino que debe de tener hecho algun concierto con el demonio, de que infunda esa habilidad en el mono con que gane de comer, y despues que esté rico le dará su alma, que es lo que este universal enemigo pretende: y haceme creer esto, el ver que el mono no responde sino á las cosas pasadas ó presentes, y la sabiduría del diablo no se puede estender á mas: las por venir no las sabe, si no es por conjeturas y no todas ve- ces, que á solo Dios está reservado conocer los tiempos y los mo- mentos, y para él no hay pasado ni por venir, que todo es presen- te: y siendo esto así, como es, claro que este nono habla con el estilo del diablo, y estoy maravillado cómo no le han acusado al

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