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Don Quijote.

que llegaba al estremo que decis.-Tambien diré yo ahora, respon- dió el segundo, que hay raras habilidades perdidas en el mundo, y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse de- llas. Las nuestras, respondió el dueño, si no es en casos semejan- tes como el que traemos entre manos, no nos pueden servir en otros, y aun en este plega á Dios que nos sean de provecho. Esto dicho, se tornaron á dividir y á volver á sus rebuznos, y á cada paso se engañaban y volvian á juntarse, hasta que se dieron por contrase- ña, que para entender que eran ellos y no el asno, rebuznasen dos veces una tras otra. Con esto doblando á cada paso los rebuznos, rodearon todo el monte, sin que el perdido jumento respondiese, ni aun por señas. Mas ¿cómo habia de responder el pobre y mal lo- grado, si le hallaron en lo mas escondido del bosque comido de lo- bos? y en viéndole dijo su dueño:-Ya me maravillaba yo de que él no respondia; pues, á no estar muerto, él rebuznara si nos oye- ra, ó no fuera asno; pero á trueco de haberos oido rebuznar con tan- ta gracia, compadre, doy por bien empleado el trabajo que he teni- do en buscarle, aunque le he hallado muerto.-En buena mano es- tá, compadre, respondió el otro, pues si bien canta el abad, no le va en zaga el monacillo. Con esto, desconsolados y roncos se volvie- ron á su aldea, adonde contaron á sus amigos, vecinos y conocidos cuanto les habia acontecido en la busca del asno, ecsagerando el uno la gracia del otro en el rebuznar, todo lo cual se supo y se es- tendió por los lugares circunvecinos, y el diablo, que no duerme, como es amigo de sembrar y derramar rencillas y discordia por do quiera, levantando caramillos en el viento y grandes quimeras de nonada, ordenó é hizo que las gentes de los otros pueblos, en vien- do á alguno de nuestra aldea rebuznasen, como dándoles en rostro con el rebuzno de nuestros regidores. Dieron en ello los mucha- chos, que fué dar en manos y en bocas de todos los demonios del infierno, y fué cundiendo el rebuzno de uno en otro pueblo de ma- nera, que son conocidos los naturales del pueblo del rebuzno, co- mo son conocidos y diferenciados los negros de los blancos: y ha llegado á tanto la desgracia desta burla, que muchas veces con ma- no armada y formado escuadron han salido contra los burladores los burlados á darse la batalla, sin poderlo remediar Rey ni Roque, ni temor ni vergüenza. Yo creo que mañana ó esotro dia han de salir en campaña los de mi pueblo, que son los del rebuzno, contra otro lugar que está á dos leguas del nuestro, que es uno de los que

mas nos persiguen, y por salir bien apercebidos, llevo compradas