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Capítulo XVIII.

altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que mereceis estar laureado, no por Chipre, ni por Gaeta, como di- jo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Aténas si hoy vivieran, y por las que hoy viven de Paris, Bolonia y Salaman- ca. Plega al cielo que los jueces que os quitaren el premio prime- ro, Febo los asaetée y las Musas jamas atraviesen los umbrales de sus casas. Decidme, señor, si sois servido, algunos versos mayo- res, que quiero tomar de todo en todo el pulso á vuestro admirable ingenio. ¿No es bueno que dicen que se holgó Don Lorenzo de verse alabar de Don Quijote, aunque le tenia por loco? ¡0 fuerza de la adulacion, á cuanto te estiendes y cuan dilatados límites son los de tu juridicion agradable! Esta verdad acreditó Don Loren- zo, pues condescendió con la demanda y deseo de Don Quijote, di- ciéndole este soneto á la fábula ó historia de Píramo y Tisbe:

Soneto.

El muro rompe la doncella hermosa,
Que de Píramo abrió el gallardo pecho,
Parte el amor de Chipre, y va derecho
A ver la quiebra estrecha y prodigiosa.
Habla el silencio allí, porque no osa
La voz entrar por tan estrecho estrecho;
Las almas sí, que amor suele de hecho
Facilitar la mas dificil cosa.
Salió el deseo de compas, y el paso
De la imprudente virgen solicita
Por su gusto su muerte: ved que historia,
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Que á entrambos en un punto ¡ó estraño caso!
Los mata, los encubre y resucita
Una espada, un sepulcro, una memoria.

--Bendito sea Dios, dijo Don Quijote, habiendo oido el soneto á Don Lorenzo, que entre los infinitos poetas consumidos que hay, he vis- to un consumado poeta, como lo es vuesa merced, señor mio, que así me lo da á entender el artificio deste soneto. Cuatro dias estu- vo Don Quijote regaladísimo en la casa de Don Diego, al cabo de los cuales le pidió licencia para irse, diciéndole que le agradecia. la merced y buen tratamiento que en su casa habia recibido; pero que por no parecer bien que los caballeros andantes se den muchas horas al ocio y al regalo, se queria ir á cumplir con su oficio, bus- cando las aventuras, de quien tenia noticia que aquella tierra abun- 16

TOMO II.