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DON QUIJOTE.

go.—No señor, dijo el barbero, que tambien he oido decir que es el mejor de todos los libros que deste género se han compuesto; y así cómo á único en su arte se debe perdonar.—Así es verdad, dijo el cura, y por esa razon se le otorga la vida por ahora.—Veamos esotro que está junto á él.—Es, dijo el barbero. Las Sergas de Esplandian [1] hijo legítimo de Amadis de Gaula.—Pues en verdad, dijo el cura, que no le ha de valer al hijo la bondad del padre: tomad, señora ama, abrid esa ventana, y echalde al corral, y dé principio al monton de la hoguera que se ha de hacer.=Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandian fué volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba.—Adelante, dijo el cura.—Este que viene, dijo el barbero, es Amadis de Grecia; y aun todos los de este lado, á lo que creo, son del mesmo linage de Amadis.—Pues vayan todos al corral, dijo el cura, que á trueco de quemar á la reina Pintiquiniestra [2], y al pastor Darinel y á sus Églogas, y á las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemara con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante.—De ese parecer soy yo, dijo el barbero.—Y aun yo, añadió la sobrina.—Pues así es, dijo el ama, vengan, y al corral con ellos.—Diéronselos (que eran muchos), y ella ahorró la escalera, y dió con ellos por la ventana abajo.—¿Quién es ese tonel? dijo el cura —Este es, respondió el barbero, Don Olivante de Laura.—El autor dese libro, dijo el cura, fué el mesmo que compuso á Jardin de Flores; y en verdad que no sepa determinar cuál de los dos libros es mas verdadero, ó por decir mejor, menos mentiroso: solo sé decir que este irá al corral por disparatado y arrogante.—Este que se sigue, es Florismarte de Hircania, dijo el barbero.—¿Ahí está el señor Florismarte? replicó el cura; pues á fe que ha de parar presto en el corral á pesar de su estraño nacimiento y soñadas aventuras, que no da lugar á otra cosa la dureza y sequedad de su estilo. Al corral con él, y con esotro, señora ama.—Qué me place, señor mio, respondia ella, y con mucha alegría ejecutaba lo que le era mandado.—Este es El caballero Platir, dijo el barbero.—Antiguo libro es ese, dijo el cura, y no hallo en él cosa que merezca venia: acompañe á los demás sin réplica; y así fué hecho.—Abrióse otro libro, y vieron que tenia por título: El caballero de la Cruz. Por nombre tan santo como este libro tiene, se podia perdonar su ignorancia; mas tambien se sue-

  1. ‟Que tanto quieren decir como las proezas de Esplandian.”
  2. Giganta de espantosa y ridícula figura.