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DON QUIJOTE.

Málaga[1], islas de Riarán[2], compas de Sevilla, azoguejo de Segovia, la olivera de Valencia, rondilla de Granada, playa de San Lúcar, potro de Córdoba, y las ventillas de Toledo[3], y otras diversas partes donde habia ejercitado la ligereza de sus piés y sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, requestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas, y engañando á muchos pupilos, y finalmente dándose á conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España: y que á lo último se habia venido á recoger á aquel su castillo, donde vivia con su hacienda y con las agenas, recogiendo en él á todos los caballeros andantes de cualquiera calidad y condicion que fuesen, solo por la mucha aficion que les tenia, y porque partiesen con él de sus haberes en pago de su buen deseo. Díjole tambien que en aquel su castillo no habia capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de nuevo; pero en caso de necesidad, él sabia que se podian velar donde quiera, y que aquella noche las podria velar en un patio del castillo; que á la mañana, siendo Dios servido, se harian las debidas ceremonias, de manera que él quedase armado caballero, y tan caballero que no pudiese ser mas en el mundo.—Preguntóle si traia dineros.—Respondió Don Quijote que no traia blanca, porque él nunca habia leido en las historias de los caballeros andantes, que ninguno los hubiese traido.—A esto dijo el ventero que se engañaba: que puesto caso que en las historias no se escribia, por haberles parecido á los autores dellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse, como eran dineros y camisas limpias, no por eso se habia de creer que no los trujeron: y así tuviese por cierto y averiguado que todos los cabalieros andantes (de que tantos libros están llenos y atestados) llevaban bien herradas las bolsas, por lo que pudiese sucederles, y que asimesmo llevaban camisas, y una arqueta pequeña llena de ungüentos para curar las heridas que recibian; porque no todas veces en los campos y desiertos donde se combatian y salian heridos, habia quien los curase, si ya no era que tenian algun sabio encantador por amigo, que luego los socorria, trayendo por el aire en al-

  1. Arrabal ó barrio ácia la marina, llamado así por las perchas ó palos en que se colgaban ó secaban los ceciales.
  2. Estas islas eran parece como unas 17 casas, ó manzana de ellas, que habia en Málaga ácia la puerta del mar, donde habia gran tráfico y contratacion de mercaderías, y muchos bodegones, donde se frecuentaban los hurtos y los engaños por los vagamundos.
  3. Están fuera de la puerta de la ciudad, en donde se vende vino, y otras cosas escitativas de la sed. Tanto en estos parages, como en todos los sobredichos, concurria la gente ociosa y apicarada; y estas son las escuelas donde adquirió nuestro ventero las virtudes de que se alaba.