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CAPÍTULO XLV.

Fernando, Cardenio y sus camaradas, no querian sosegarse: el barbero sí , porque en la pendencia tenia deshechas las barbas, y el albarda: Sancho á la mas mínima voz de su amo obedeció como buen criado: los cuatro criados de Don Luis tambien se estuvieron quedos, viendo cuán poco les iba en no estarlo; solo el ventero porfiaba, que se habian de castigar las insolencias de aquel loco, que á cada paso le alborotaba la venta; finalmente, el rumor se apaciguó por entonces, la albarda se quedó por jaez hasta el día del juicio, y la bacía por yelmo, y la venta por castillo en la imaginacion de Don Quijote. Puestos, pues, ya en sosiego, y hechos amigos todos á persuasion del Oidor y del Cura, volvieron los criados de Don Luis á porfiarle, que al momento se viniese con ellos; y en tanto que él con ellos se avenia, el Oidor comunicó con Don Fernando, Cardenio y el Cura qué debia hacer en aquel caso, contándoseles con las razones que Don Luis le habia dicho. En fin, fué acordado, que Don Fernando dijese á los criados de Don Luis quien él era, y como era su gusto que Don Luis se fuese con él al Andalucía, donde de su hermano el marques seria estimado, como el valor de Don Luis merecia, porque desta manera se sabia de la intencion de Don Luis, que no volveria por aquella vez á los ojos de su padre si le hiciesen pedazos. Entendida pues de los cuatro la calidad de Don Fernando y la intencion de Don Luis, determinaron entre ellos, que los tres se volviesen á contar lo que pasaba á su padre, y el otro se quedase á servir á Don Luis, y á no dejalle hasta que ellos volviesen por él, ó viese lo que su padre les ordenaba. Desta manera se apaciguó aquella máquina de pendencias, por la autoridad de Agramante, y prudencia del rey Sobrino; pero viéndose el enemigo de la concordia, y el émulo de la paz menospreciado y burlado, y el poco fruto que habia grangeado de haberlos puesto á todos en tan confuso laberinto, acordó de probar otra vez la mano, resucitando nuevas pendencias y desasosiegos. Es pues el caso, que los cuadrilleros se sosegaron por haber entreoido la calidad de los que con ellos se habian combatido, y se retiraron de la pendencia, por parecerles que de cualquiera manera que sucediese habian de llevar lo peor de la batalla; pero uno dellos que fué el que fué molido y pateado por Don Fernando, le vino á la memoria, que entre algunos mandamientos que traia para prender á algunos delincuentes, traia uno contra Don Quijote, á quien la Santa Hermandad habia mandado prender por la libertad que dió á los galeotes, y como Sancho con mucha razon habia temido.