Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/496

Esta página ha sido corregida
336
DON QUIJOTE.

guntóme por el consiguiente, si era hombre de rescate ó no, y que cuánto pedia mi amo por mí. Estando en todas estas preguntas y respuestas, salió de la casa del jardin la bella Zorayda, la cual ya habia mucho que me habia visto, y como las moras en ninguna manera hacen melindre de mostrarse á los cristianos, ni tampoco se esquivan, como ya he dicho, no se le dió nada de venir adonde su padre conmigo estaba; antes luego cuando su padre vió que venia y de espacio, la llamó y mandó que llegase. Demasiada cosa seria decir yo ahora la mucha hermosura, la gentileza, el gallardo y rico adorno con que mi querida Zorayda se mostró á mis ojos: solo diré, que mas perlas pendian de su hermosísimo cuello, orejas y cabellos, que cabellos tenia en la cabeza. En las gargantas de sus piés, que descubiertas á su usanza traia, traia dos carcajes (que así se llaman las manillas ó ajorcas de los piés en morisco), de purísimo oro, con tantos diamantes engastados, que ella me dijo despues, que su padre los estimaba en diez mil doblas, y las que traia en las muñecas de las manos valian otro tanto. Las perlas eran en gran cantidad y muy buenas, porque la mayor gala y bizarria de las moras es, adornarse de ricas perlas y aljófar: y así hay mas perlas y aljófar entre moros, que entre todas las demas naciones, y el padre de Zorayda tenia fama de tener muchas y de las mejores que en Argel habia, y de tener asimesmo mas de docientos mil escudos españoles, de todo lo cual era señora esta que ahora lo es mia. Si con todo este adorno podia venir entonces hermosa, ó no, por las reliquias que le han quedado en tantos trabajos, se podrá conjeturar, cual debia de ser en las prosperidades, porque ya se sabe que la hermosura de algunas mugeres tiene dias y sazones, y requiere accidentes para diminuirse ó acrecentarse: y es natural cosa que las pasiones del ánimo la levanten ó bajen, puesto que las mas veces la destruyen. Digo en fin, que entonces llegó en todo estremo aderezada y en todo estremo hermosa, ó á lo menos á mí me pareció serlo la mas que hasta entonces habia visto: y con esto viendo las obligaciones en que me habia puesto, me parecia que tenía delante de mí una deidad del cielo, venida á la tierra para mi gusto y para mi remedio. Así como ella llegó, le dijo su padre en su lengua, como yo era cautivo de su amigo Arnaute Mamí, y que venia á buscar ensalada. Ella tomó la mano, y en aquella mezcla de lenguas que tengo dicho, me preguntó ¿si era caballero, y qué era la causa que no me rescataba? —Yo le respondí, que ya estaba rescatado, y que en el precio podia echar de ver en lo que mi amo me