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CAPÍTULO XL.

za de tener libertad. Aquella misma noche volvió nuestro renegado, y nos dijo, que habia sabido que en aquella casa vivia el mesmo moro que á nosotros nos habia dicho, que se llamaba Agimorato, riquísimo por todo estremo, el cual tenia una sola hija heredera de toda su hacienda, y que era comun opinion en toda la ciudad, ser la mas hermosa muger de la Berbería, y que muchos de los vireyes que allí venían la habian pedido por muger, y que ella nunca se habia querido casar, y que tambien supo que tuvo una cristiana cautiva, que ya se habia muerto. Todo lo cual concertaba con lo que venia en el papel. Entramos luego en consejo con el renegado, en qué órden se tendria para sacar á la mora y venirnos todos á tierra de cristianos, y en fin se acordó por entonces, que esperásemos al aviso segundo de Zorayda, que así se llamaba la que ahora quiere llamarse María; porque bien vimos que ella y no otra alguna era la que habia de dar medio á todas aquellas dificultades. Despues que quedamos en esto, dijo el renegado, que no tuviésemos pena, que él perdería la vida, ó nos pondria en libertad. Cuatro dias estuvo el baño con gente, que fué ocasion que cuatro dias tardase en parecer la caña, al cabo de los cuales en la acostumbrada soledad del baño pareció con el lienzo tan preñado, que un felicísimo parto prometia. Inclinóse á mí la caña y el lienzo, hallé en él otro papel y cien escudos de oro sin otra moneda alguna. Estaba allí el renegado, dímosle á leer el papel dentro de nuestro rancho, el cual dijo que así decia;

“Yo no sé, mi señor, como dar órden que nos vamos á España,
“ni Lela Márien me lo ha dicho, aunque yo se lo he preguntado:
“lo que se podrá hacer es, que yo os daré por esta ventana muchísimos
“dineros de oro, rescataos vos con ellos y vuestros amigos, y
“vaya uno en tierra de cristianos, y compre allá una barca, y vuelva
“por los demas, y á mí me hallará en el jardin de mi padre, que
“está á la puerta de Babazon junto á la marina, donde tengo de
“estar todo este verano con mi padre y con mis criados: de allí de
“noche me podreis sacar sin miedo y llevarme á la barca. Y mira
“que has de ser mi marido, porque si no, yo pediré á Márien
“que te castigue. Si no le fias de nadie que vaya por la barca,
“rescácate tú, y ve, que yo sé que volverás mejor que otro, pues eres
“caballero y cristiano. Procura saber el jardin, y cuando te pasées
“por ahí, sabré que está solo el baño, y te daré mucho dinero.
“Alá te guarde, señor mio."

::::TOMO I.
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