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DON QUIJOTE.

cha una grande cruz. Besé la cruz, tomé los escudos, volvíme al terrado, hecimos todos nuestras zalemas, tornó á parecer la mano, hice señas que leeria el papel, cerraron la ventana. Quedamos todos confusos y alegres con lo sucedido, y como ninguno de nosotros no entendia el arábigo, era grande el deseo que teniamos de entender lo que el papel contenia, y mayor la dificultad de buscar quien lo leyese. En fin, yo me determiné de fiarme de un renegado natural de Murcia, que se habia dado por grande amigo mio, y puesto prendas entre los dos, que le obligaban á guardar el secreto que le encargase, porque suelen algunos renegados, cuando tienen intencion de volverse á tierra de cristianos, tener consigo algunas firmas de cautivos principales, en que dan fé, en la forma que pueden, como el tal renegado es hombre de bien, y que siempre ha hecho bien á cristianos, y que lleva deseo de huirse en la primera ocasion que se le ofrezca. Algunos hay que procuran estas fees con buena intencion, otros se sirven dellas acaso y de industria, que viniendo á robar á tierra de cristianos, si á dicha se pierden, ó los cautivan, sacan sus firmas y dicen, que por aquellos papeles se verá el propósito con que venian, el cual era de quedarse en tierra de cristianos, y que por eso venian en corso con los demas turcos. Con esto se escapan de aquel primer ímpetu, y se reconcilian con la Iglesia sin que se les haga daño, y cuando ven la suya, se vuelven á Berbería, á ser lo que antes eran. Otros hay que usan destos papeles, y los procuran con buen intento y se quedan en tierra de cristianos. Pues uno de los renegados que he dicho era este amigo, el cual tenia firmas de todos nuestros camaradas, donde le acreditábamos cuanto era posible: y si los moros le hallaran estos papeles, le quemaran vivo. Supe que sabia muy bien arábigo, y no solamente hablarlo, sino escribirlo; pero antes que del todo me declarase con él, le dije que me leyese aquel papel, que acaso me habia hallado en un agujero de mi rancho. Abrióle, y estuvo un buen espacio mirándole y construyéndole, murmurando entre los dientes. Pregúntele si lo entendia: díjome que muy bien, y que si queria que me lo declarase palabra por palabra, que le diese tinta y pluma, porque mejor lo hiciese. Dímosle luego lo que pedia, y él poco á poco lo fué traduciendo, y en acabando dijo: Todo lo que va aquí en romance, sin faltar letra, es lo que contiene este papel morisco, y hase de advertir, que adonde dice: Lela Márien, quiere decir: nuestra Señora la Virgen María. Leimos el papel, y decia así: