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DON QUIJOTE.

da habeis de responder, que no tienen comparacion, ni se pueden reducir á cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al reves en los letrados, porque de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en que entretenerse: así que aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero á esto se puede responder que es mas facil premiar á dos mil letrados, que á treinta mil soldados, porque aquellos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar á los de su profesion, y á estos no se pueden premiar, sino con la mesma hacienda del señor á quien sirven, y esta imposibilidad fortifica mas la razon que tengo. Pero dejemos esto á parte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos á la preeminencia de las armas contra las letras: materia que hasta ahora está por averiguar, segun son las razones que cada una de su parte alega: y entre las que he dicho, dicen las letras, que sin ellas no se podrian sustentar las armas, porque la guerra tambien tiene sus leyes, y está sujeta á ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas, que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, y se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despojan los mares de cosarios: y finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarian sujetos al rigor y á la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura, y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas: y es razon averiguada, que aquello que mas cuesta, se estima y debe de estimar en mas. Alcanzar alguno á ser eminente en letras, le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vágido de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas á estas adherentes, que en parte ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos á ser buen soldado, le cuesta todo lo que al estudiante, en tanto mayor grado, que no tienen comparacion, porque á cada paso está á pique de perder la vida. ¿Y qué temor de necesidad y pobreza puede llegar, ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado, que hallándose cercado en alguna fuerza, y estándo de posta, ó guarda en algun rebellin, ó caballero, siente que los enemigos están minando hácia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningun caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Solo lo que puede hacer, es dar noticia á su capitan de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contrami-