mundo, si acaso llegare á saberlo, de que Camila no solo guardó la lealtad á su esposo, sino que le dió venganza del que se atrevió á ofendelle; mas con todo creo que fuera mejor dar cuenta desto á Anselmo, pero ya se la apunté á dar en la carta que le escribí al aldea, y creo que el no acudir él al remedio del daño, que allí le señalé, debió de ser que de puro bueno y confiado no quiso ni pudo creer que en el pecho de su tan firme amigo pudiese caber género de pensamiento que contra su honra fuese: ni aun yo lo creí despues por muchos dias, ni lo creyera jamas, si su insolencia no llegara á tanto, que las manifiestas dádivas, y las largas promesas y las continuas lágrimas no me lo manifestaran. ¿Mas para qué hago yo ahora estos discursos? ¿Tiene por ventura una resolucion gallarda necesidad de consejo alguno? no por cierto. Afuera pues traidores: aquí venganzas [1]: entre el falso, venga, llegue, muera, acabe y suceda lo que sucediere: limpia entré en poder del que el cielo me dió por mio, y limpia he de salir dél: y cuando mucho, saldré bañada en mi casta sangre y en la impura del mas falso amigo que vió la amistad en el mundo. Y diciendo esto se paseaba por la sala con la daga desenvainada, dando tan desconcertados y desaforados pasos, y haciendo tales ademanes, que no parecia sino que le faltaba el juicio, y que no era muger delicada sino un rufian desesperado. Todo lo miraba Anselmo, cubierto detras de unos tapices donde se habia escondido, y de todo se admiraba, y ya le parecia que lo que habia visto y oido era bastante satisfaccion para mayores sospechas, y ya quisiera que faltara la prueba de venir Lotario, temeroso de algun mal repentino suceso: y estando ya para manifestarse, y salir para abrazar y desengañar á su esposa, se detuvo, porque vió que Leonela volvia con Lotario de la mano. Y así como Camila le vió, haciendo con la daga en el suelo una gran raya delante della, le dijo: Lotario, advierte lo que te digo: si á dicha te atrevieres á pasar desta raya que ves, ni aun llegar á ella, en el punto que viere que lo intentas, en ese mismo me pasaré el pecho con esta daga que en las manos tengo; y antes que á esto me respondas palabra, quiero que otras algunas me escuches, que despues responderás lo que mas te agradare. Lo primero, quiero, Lotario, que me digas si conoces á Anselmo mi marido, y en qué opinion le tienes: y lo segundo, quiero saber también si me conoces á
mí: respóndeme á esto y no te turbes, ni pienses mucho lo que has
- ↑ Así las primeras ediciones y las demas; pero en el original se diría acaso: venid aquí, venganzas.