ble y bien afortunada á una honrada muger: vuelve á tomar tus dineros, amigo, que aquí los tengo sin haber tenido necesidad de tocar á ellos, que la entereza de Camila no se rinde á cosas tan bajas, como son dádivas ni promesas: conténtate, Anselmo, y no quieras hacer mas pruebas de las hechas; y pues á pié enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas, que de las mugeres suelen y pueden tenerse, no quieras de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer esperiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dió en suerte para que en él pasases la mar de este mundo; sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideracion, y déjate estar hasta que te vengan á pedir la deuda, que no hay hidalguía humana que de pagarla se escuse. Contentísimo quedó Anselmo de las razones de Lotario, y así se las creyó como si fueran dichas por algún oráculo; pero con todo eso le rogó que no dejase la empresa, aunque no fuese mas de por curiosidad y entretenimiento, aunque no se aprovechase de allí adelante de tan ahincadas diligencias como hasta entonces; y que solo queria que le escribiese algunos versos en su alabanza debajo del nombre de Clori, porque él le daria á entender á Camila, que andaba enamorado de una dama, á quien le habia puesto aquel nombre, por poder celebrarla con el decoro que á su honestidad se le debía: y que cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los versos, que él los haria. No será menester eso, dijo Lotario, pues no me son tan enemigas las musas, que algunos ratos del año no me visiten: dile tú á Camila lo que has dicho del fingimiento de mis amores, que los versos yo los haré, si no tan buenos como el subjeto merece, serán por lo menos los mejores que yo pudiere. Quedaron deste acuerdo el impertinente y el traidor amigo; y vuelto Anselmo á su casa, preguntó á Camila lo que ella ya se maravillaba que no se lo hubiese preguntado, que fué le dijese la ocasion por qué le habia escrito el papel que le envió. Camila le respondió que le habia parecido que Lotario la miraba un poco mas desenvueltamente que cuando él estaba en casa; pero que ya estaba desengañada, y creia que habia sido imaginación suya, porque ya Lotario huia de vella y de estar con ella á solas. Díjole Anselmo que bien podia estar segura de aquella sospecha, porque él sabia que Lotario andaba enamorado de una doncella principal de la ciudad, á quien él celebraba debajo del nombre de Clori, y que, aunque no lo estuviera, no habia que temer de la verdad de Lotario y
Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/413
Esta página ha sido corregida
271
CAPÍTULO XXXIV.