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DON QUIJOTE.

vecho que las muchas virtudes de Camila hicieron, poniendo silencio en la lengua de Lotario, redundó mas en daño de los dos porque si la lengua callaba, el pensamiento discurria, y tenia lugar de contemplar parte por parte todos los estremos de bondad y de hermosura que Camila tenia, bastantes á enamorar una estatua de mármol, no que un corazon de carne: mirábala Lotario en el lugar y espacio que habia de hablarla, y consideraba cuán digna era de ser amada, y esta consideracion comenzó poco á poco á dar asalto á los respetos que á Anselmo tenia, y mil veces quiso ausentarse de la ciudad, y irse donde jamas Anselmo le viese á él, ni él viese á Camila; mas ya le hacia impedimento y detenia el gusto que hallaba en mirarla: hacíase fuerza y peleaba consigo mismo, por desechar y no sentir el contento que le llevaba á mirar á Camila: culpábase á solas de su desatino: llamábase mal amigo y aun mal cristiano: hacia discursos y comparaciones entre él y Anselmo, y todos paraban en decir, que mas habia sido la locura y confianza de Anselmo, que su poca fidelidad; y que si así tuviera disculpa para con Dios, como para con los hombres, de lo que pensaba hacer, que no temiera pena por su culpa. En efecto, la hermosura y la bondad de Camila, juntamente con la ocasion que el ignorante marido le habia puesto en las manos, dieron con la lealtad de Lotario en tierra: y sin mirar á otra cosa que aquella á que su gusto le inclinaba, al cabo de tres dias de la ausencia de Anselmo, en los cuales estuvo en continua batalla por resistir á sus deseos, comenzó á requebrar á Camila con tanta turbacion y con tan amorosas razones, que Camila quedó suspensa, y no hizo otra cosa que levantarse de donde estaba, y entrarse en su aposento sin respondelle palabra alguna: mas no por esta sequedad se desmayó en Lotario la esperanza, que siempre nace juntamente con el amor; antes tuvo en mas á Camila, la cual, habiendo visto en Lotario lo que jamas pensara, no sabia que hacerse; y pareciéndole no ser cosa segura ni bien hecha darle ocasion y lugar á que otra vez la hablase, determinó de enviar aquella misma noche, como lo hizo, á un criado suyo con un billete á Anselmo, donde le escribió estas razones.