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DON QUIJOTE.

tiene; y si faltase y no resistiese, considera desde ahora cual quedarias sin ella, y con cuanta razon te podrias quejar de tí mesmo, por haber sido causa de su perdicion y la tuya: mira que no hay joya en el mundo que tanto valga, como la muger casta y honrada, y que todo el honor de las mugeres consiste en la opinion buena que dellas se tiene: y pues la de tu esposa es tal, que llega al estremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la muger es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera á alcanzar la perfección que le falta, que consiste en el ser virtuosa. Cuentan los naturales que el arminio es un animalejo que tiene una piel blanquísima, y que, cuando quieren cazarle los cazadores, usan deste artificio, que sabiendo las partes por donde suele pasar y acudir, las atajan con lodo, y despues ojeándole le encaminan hácia aquel lugar, y así como el arminio llega al lodo, se está quedo, y se deja prender y cautivar á trueco de no pasar por el cieno, y perder y ensuciar su blancura, que la estima en mas que la libertad y la vida. La honesta y casta muger es arminio, y es mas que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad, y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserve, ha de usar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes, porque quizá, y aun sin quizá, no tiene tanta virtud y fuerza natural, que pueda por sí mesma atropellar y pasar por aquellos embarazos, y es necesario quitárselos, y ponerle delante la limpieza de la virtud, y la belleza que encierra en sí la buena fama. Es asimesmo la buena muger como espejo de cristal luciente y claro; pero está sujeto á empañarse y oscurecerse con cualquiera aliento que le toque: hase de usar con la honesta muger el estilo que con las reliquias, adorarlas, y no tocarlas: hase de guardar y estimar la muger buena, como se guarda y estima un hermoso jardin que está lleno de flores y rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le pasée ni manosée, basta que desde lejos y por entre las verjas de hierro gocen de su fragancia y hermosura. Finalmente, quiero decirte unos versos que se me han venido á la memoria, que los oí en una comedia moderna, que me parecen al propósito de lo que vamos tratando. Aconsejaba un prudente viejo á otro, padre de una doncella, que la recogiese, guardase y encerrase, y entre otras razones le dijo estas: