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CAPÍTULO XXXIII.
sitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto es tan delicada la honra del casado, que parece se puede ofender aun de los mesmos hermanos, cuanto mas de los amigos. Notó Anselmo la remisión de Lotario, y formó dél quejas grandes, diciéndole que si él supiera que el casarse habia de ser parte para no comunicalle como solia, que jamas lo hubiera hecho; y que si por la buena correspondencia que los dos tenían mientras él fué soltero, habian alcanzado tan dulce nombre como el ser llamados los dos amigos, que no permitiese, por querer hacer del circunspecto sin otra ocasion alguna, que tan famoso y tan agradable nombre se perdiese; y que así le suplicaba, si era lícito que tal término de hablar se usase entre ellos, que volviese á ser señor de su casa, y á entrar y salir en ella como de antes, asegurándole que su esposa Camila no tenia otro gusto ni otra voluntad, que la que él queria que tuviese, y que por haber sabido ella con cuantas veras los dos se amaban, estaba confusa de ver en él tanta esquiveza. A todas estas y otras muchas razones que Anselmo dijo á Lotario para persuadille volviese como solia á su casa, respondió Lotario con tanta prudencia, discrecion y aviso, que Anselmo quedó satisfecho de la buena intencion de su amigo, y quedaron de concierto que dos días en la semana y las fiestas fuese Lotario á comer con él: y aunque esto quedó así concertado entre los dos, propuso Lotario de no hacer mas de aquello que viese que mas convenia á la honra de su amigo, cuyo crédito estimaba en mas que el suyo propio. Decia él, y decia bien, que el casado á quien el cielo habia concedido muger hermosa, tanto cuidado habia de tener qué amigos llevaba á su casa, como en mirar con qué amigas su muger conversaba, porque lo que no se hace ni concierta en las plazas, ni en los templos, ni en las fiestas públicas, ni estaciones (cosas que no todas veces las han de negar los maridos á sus mugeres), se concierta y facilita en casa de la amiga, ó la parienta de quien mas satisfaccion se tiene: tambien decia Lotario, que tenian necesidad los casados de tener cada uno algun amigo, que le advirtiese de los descuidos que en su proceder hiciese, porque suele acontecer que con el mucho amor que el marido á la muger tiene, ó no le advierte, ó no le dice por no enojalla, que haga ó deje de hacer algunas cosas, que el hacellas ó no le sería de honra ó de vituperio: de lo cual, siendo del amigo advertido, fácilmente pondría remedio en todo. Pero