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DON QUIJOTE.

cella, salí de mi casa acompañada de mi criado y de muchas imaginaciones, y me puse en camino de la ciudad á pié, llevada en vuelo del deseo de llegar, ya que no á estorbar lo que tenia por hecho, á lo menos á decir á Don Fernando me dijese con qué alma lo habia hecho.

Llegué en dos dias y medio donde queria, y en entrando por la ciudad pregunté por la casa de los padres de Luscinda, y al primero á quien hice la pregunta, me respondió mas de lo que yo quisiera oir. Díjome la casa y todo lo que habia sucedido en el desposorio de su hija, cosa tan pública en la ciudad, que se hacen corrillos para contarla por toda ella: díjome que la noche que Don Fernando se desposó con Luscinda, despues de haber ella dado el sí de ser su esposa, le habia tomado un recio desmayo, y que, llegando su esposo á desabrocharle el pecho para que le diese el aire, le halló un papel escrito de la misma letra de Luscinda, en que decia y declaraba que ella no podia ser esposa de Don Fernando, porque lo era de Cardenio, que á lo que el hombre me dijo era un caballero muy principal de la misma ciudad; y que si habia dado el á Don Fernando, fué por no salir de la obediencia de sus padres: en resolucion, tales razones dijo que contenia el papel, que daba á entender que ella habia tenido intencion de matarse en acabándose de desposar, y daba allí las razones porque se habia quitado la vida: todo lo cual dicen, que confirmó una daga que le hallaron no sé en que parte de sus vestidos. Todo lo cual visto por Don Fernando, pareciéndole que Luscinda le habia burlado y escarnecido y tenido en poco, arremetió á ella antes que de su desmayo volviese, y con la misma daga que le hallaron, la quiso dar de puñaladas, y lo hiciera, si sus padres y los que se hallaron presentes no se lo estorbaran. Dijeron mas, que luego se ausentó Don Fernando, y que Luscinda no habia vuelto de su parasismo hasta otro dia, que contó á sus padres, como ella era verdadera esposa de aquel Cardenio que he dicho. Supe mas, que el Cardenio, segun decian, se halló presente á los desposorios, y que en viéndola desposada, lo cual él jamas pensó, se salió de la ciudad desesperado, dejándole primero escrita una carta donde daba á entender el agravio que Luscinda le habia hecho, y de como él se iba á donde gentes no le viesen. Esto todo era público y notorio en toda la ciudad, y todos hablaban dello, y mas hablaron cuando supieron que Luscinda habia faltado de casa de sus padres y de la ciudad, pues no la hallaron en toda ella, de que perdian el juicio sus padres y no sa-