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DON QUIJOTE.
vino al cura un pensamiento, que hacia mal en haberse puesto de aquella manera, por ser cosa indecente que un sacerdote se pusiese así, aunque le fuese mucho en ello: y diciéndoselo al barbero, le rogó que trocasen trages, pues era mas justo que él fuese la doncella menesterosa, y que él haria al escudero, y que así se profanaba menos su dignidad; y que si no lo queria hacer, determinaba de no pasar adelante, aunque á Don Quijote se le llevase el diablo. En esto llegó Sancho, y de ver á los dos en aquel trage, no pudo tener la risa. En efeto, el barbero vino en todo aquello que el cura quiso, y trocando la invencion, el cura le fué informando el modo que habia de tener y las palabras que habia de decir á Don Quijote para moverle y forzarle á que con él se viniese y dejase la querencia del lugar que habia escogido para su vana penitencia. El barbero respondió, que sin que se le diese licion, él lo pondria bien en su punto. No quiso vestirse por entonces hasta que estuviesen junto de donde Don Quijote estaba, y así dobló sus vestidos, y el cura acomodó su barba y siguieron su camino, guiándolos Sancho Panza, el cual les fué contando lo que les aconteció con el loco que hallaron en la sierra, encubriendo empero el hallazgo de la maleta y de cuanto en ella venia, que magüer que tonto, era un poco codicioso el mancebo. Otro dia llegaron al lugar donde Sancho habia dejado puestas las señales de las ramas para acertar el lugar donde habia dejado á su señor, y en reconociéndole, les dijo como aquella era la entrada, y que bien se podian vestir, si era que aquello hacia al caso para la libertad de su señor, porque ellos le habian dicho antes, que el ir de aquella suerte y vestirse de aquel modo, era toda la importancia para sacar á su amo de aquella mala vida que habia escogido, y que le encargaban mucho, que no dijese á su amo quien ellos eran, ni que los conocia; y que si le preguntase, como se lo habia de preguntar si dió la carta á Dulcinea, dijese que sí, y que por no saber leer, le habia respondido de palabra, diciéndole, que le mandaba, so pena de la su desgracia, que luego al momento se viniese á ver con ella, que era cosa que le importaba mucho, porque con esto y con lo que ellos pensaban decirle, tenian por cosa cierta reducirle á mejor vida, y hacer con él que luego se pusiese en camino para ir á ser emperador ó monarca, que en lo de ser arzobispo no habia de que temer. Todo lo escuchó Sancho y lo tomó muy bien en la memoria, y les agradeció mucho la intencion que tenian de aconsejar á su señor fuese emperador y no arzobispo, porque él tenia para sí, que para hacer mercedes á sus