ba la compañía del tercio de Figueroa, en la que habia entrado Cervantes. Salió Don Juan de Austria con el resto de la armada el 9 de Agosto; mas ambas escuadras desperdiciaron la estacion en pos una de otra, y reunidas por fin en Septiembre, malograron por la torpeza de los pilotos la coyuntura de embestir aventajadamente á la escuadra turca, dividida ciegamente entre los puertos de Navarino y de Modon. Tras una tentativa infructosa de asalto contra el castillo de Navarino, tuvo Don Juan que reembarcar su tropa, y retirarse á principios de Noviembre al puerto de Mesina. Cervantes refiere por estenso, en la historia del Capitan Cautivo, el pormenor de aquella campaña inservible, de 1572, en que tuvo parte.
No trataba sin embargo Felipe II de abandonar sus intentos, pues era su ánimo agolpar, al principiar la primavera inmediata, hasta trescientas galeras en Corfú, y dar al traves para siempre con la marina otomana; pero los venecianos, que estaban reservadamente negociando con Selim con la mediacion de la Francia, firmaron un tratado de paz en Marzo de 1573. Tan inesperada desercion quebrantó la liga y retrajo de todo intento contra la Turquía. Para emplear aquel aparato de fuerzas agolpadas por la España, se acordó hacer un desembarco en Argel ó en Túnez. A este último intento se atuvieron igualmente Felipe y Don Juan, mas el rey queria únicamente destronar al turco Aluch-Alí, para restablecer al moro Muley Mohamed, y desmantelar unas fortalezas costosísimas de mantener, al paso que el príncipe hermano, á quien negaba el dictado de infante de España, trataba de coronarse en aquel pais, donde los españoles desde Carlos V estaban poseyendo el fuerte de la Goleta.
Logróse por el pronto la espedicion. Desembarca Don Juan sus tripulaciones en la Goleta, envia al marques de Santa Cruz con las compañías de preferencia á posesionarse de Túnez, desamparado por la guarnicion turca y por casi todo el vecindario; pero Felipe, no menos receloso de los intentos del príncipe aventurero que airado con su desobediencia, le manda volver inmediatamente á Lombardía; marcha Don Juan, deja escasas guarniciones en la Goleta y en el fuerte, y los turcos asaltan y toman uno y otro en aquel mismo año.
Cervantes, despues de entrar en Túnez con el marques de Santa Cruz en las filas del afamado tercio de Figueroa, que, segun el historiador Vander-Hamen, estremecia la tierra con su mosquetería, volvió á Palermo en la escuadra. Embarcáronle luego á las órdenes del duque de Sesa, que trató en vano de socorrer la Goleta; pasó despues á invernar en Cerdeña; volvió á Italia en las galeras de Marcelo Doria; y entonces logró de Don Juan de Austria, vuelto á Nápoles en Junio de 1575, su licencia para regresar á España, de donde faltaba hacía siete años.
Con motivo de tanta espedicion militar, anduvo Cervantes toda la Italia, pues visitó á Florencia, Venecia, Roma, Nápoles, Palermo y el colegio de Boloña, fundado para los españoles por el cardenal Albornoz; se impuso en la lengua y literatura italiana, en la que se habian ya ido labrando los ingenios de Boscan, Garcilaso, Hurtado de Mendoza, y se estaban en su tiempo ejercitando Mesa, Virués, Mira de Amescua y los hermanos Argensolas. Influyó aquel estudio para sus tareas posteriores y en general para su estilo, en que algunos contemporáneos tacharon, siguiendo á los anti-petrarquistas, hartos italianismos mal encubiertos.
Cervantes, de edad de veinte y ocho años, lisiado, desfallecido con los quebrantos de tres campañas, y siempre soldado raso, trató de restituirse á su patria y familia, y acudir á la corte donde esperanzaba lograr algun galardon competente á sus brillantes servicios. Mereció á su general mucho mas que su mera licencia, pues Don Juan de Austria le favoreció con cartas para el rey su hermano, elogiando al herido de Lepanto, é instándole para que le encargase el mando de una de las compañías que se estaban alistando en España para Italia ó Flandes. El virey de Sicilia, Don Cárlos de Aragon, duque de Sesa, recomendaba igualmente á las finezas del rey y de los ministros, un soldado hasta entonces desatendido, que con su denuedo, despejo y conducta ejemplar, se había grangeado el aprecio de sus gefes y de sus compañeros.
Embarcóse Cervantes, pertrechado con recomendaciones tan relevantes y lisongeras, desde Nápoles en la galera española el Sol, con su hermano mayor Rodrigo, soldado como él, el general de artillería Pedro Diez Carillo de Quesada, ex-gobernador de la Goleta, y otros varios esclarecidos militares que regresaban igualmente á su patria. Mas otros quebrantos le estaban esperando, y no asomaba para él todavía la temporada del sosiego. Acorraló el 26 de Septiembre de 1575 á la galera del Sol una escuadra argelina, mandada por el Arnaute ó Albanés Mamí, que ostentaba el dictado de Capitan de los mares. Embistieron á la galera española tres bageles turcos, entre ellos un galeon de veinte y dos bancos de remeros, mandado por Dali-Mamí, renegado griego, llamado el Cojo. Tras una pelea tan porfiada como desigual, en que sobresalió Cervantes con su acostumbrada valentía, tuvo la galera que arrear su insignia, y fué conducida triun-