dan el furioso. Por otra parte veo que Amadis de Gaula sin perder el juicio y sin hacer locuras, alcanzó tanta fama de enamorado como el que mas, porque lo que hizo, segun su historia, no fué mas de que por verse desdeñado de su señora Oriana (que le habia mandado que no pareciese ante su presencia hasta que fuese su voluntad) de que se retiró á la Peña Pobre en compañía de un ermitaño, y allí se hartó de llorar hasta que el cielo le acorrió en medio de su mayor cuita y necesidad: y si esto es verdad, como lo es, ¿para qué quiero yo tomar trabajo ahora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre á estos árboles, que no me han hecho mal alguno; ni tengo para qué enturbiar el agua clara destos arroyos, los cuales me han de dar de beber cuando tenga gana? Viva la memoria de Amadis, y sea imitado de Don Quijote de la Mancha en todo lo que pudiere; del cual se dirá lo que del otro se dijo: que si no acabó grandes cosas, murió por acometellas[1]; y si yo no soy desechado ni desdeñado de mi Dulcinea, bástame como ya he dicho, estar ausente della. Ea, pues, manos á la obra: venid á mi memoria, cosas de Amadis, y enseñadme por donde tengo de comenzar á imitaros; mas ya sé que lo mas que él hizo fué rezar, y así lo haré yo. Y sirviéronle de rosario unas agallas grandes de un alcornoque que ensartó, de que hizo un diez; y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase, y con quien consolarse; y así se entretenia paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados á su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea; mas los que se pudieron hallar enteros, y que se pudiesen leer despues que á él allí le hallaron, no fueron mas que estos que aquí se siguen:
Árboles, yerbas y plantas,
Que en aqueste sitio estais,
Tan altos, verdes y tantas,
Si de mi mal no os holgais,
Escuchad mis quejas santas.
Mi dolor no os alborote,
Aunque mas terrible sea,
Pues por pagaros escote
Aquí lloró Don Quijote
- ↑ Alusion á Faetonte, que rigiendo los caballos del Sol su padre, se precipitó. (Ovid. Metamorph lib. 11.)